La suerte del Estado islámico ´depende´ más del Corán que de EE.UU
“Los líderes e intelectuales musulmanes deberían llevar hasta el fondo su toma de distancia respecto al Isis, llegando aponer en discusión la idea misma de que el Corán contenga las instrucciones de uso sobre cómo organizar el Estado ideal”. Son palabras de Martino Diez, director científico de la Fundación Oasis, en un momento en que la guerra aérea de Occidente al Estado islámico se intensifica, con rumores de que su líder Al-Baghdadi ha resultado herido cuando los drones británicos han comenzado sus primeros ataques contra Iraq.
¿Verdaderamente cree que la comunidad musulmana pondrá en discusión la idea de un Estado basado en el Corán?
Hay que partir de los hechos. Mientras el Isis goza de una preocupante popularidad en ciertos grupos sociales, entre las autoridades religiosas del mundo musulmán existe la tendencia, sin duda también por intereses políticos, a separarse de lo que está pasando en el llamado califato. Mi deseo es que estas tomas de distancia lleguen hasta el fondo del problema. Hay quien se limita a decir que el Isis no es el verdadero islam, liquidando la cuestión con referencias a alguna secta hereje del pasado, mientras que otros intelectuales han preparado un proceso de reflexión más profunda. Esta última podría llegar a poner en discusión la propia idea base del islam político, según la cual el Corán no solo ofrecería indicaciones relativas al comportamiento y a la vida en sociedad, sino que contendría un auténtico programa político para la realización de una entidad estatal.
¿De verdad se puede pensar en un islam que distinga entre política y religión?
La palabra “distinción” la usan algunos islamistas, por ejemplo los marroquíes. Entre ellos hay quien afirma que en el islam no hay separación entre política y religión, pero existe una distinción. Además, no hay que confundir entre la política entendida en sentido general y un Estado propiamente islámico. No cabe duda de que el islam es una religión que también tiene una gran pretensión de organizar la vida en este mundo. Como se dice en árabe, el islam es “din wa dunya”, es decir, religión (din) y mundo (dunya), pero eso no equivale automáticamente a decir que eso sea religión y Estado (din wa dawla).
¿El mundo islámico percibirá la oportunidad que representa este paso cultura hacia adelante?
Hablar de oportunidad me parece un wishful thinking. Con más prudencia, yo diría que existe una posibilidad, pero en su contra juego el hecho de que sobre todo en el mundo suní los intérpretes del pensamiento religioso son en este momento de nivel más bien bajo. En las últimas décadas, el islam suní ha sido monopolizado por las corrientes wahabís, que están totalmente incapacitadas para distanciarse de este tipo de hechos, suponiendo que lo quisieran hacer. Lamentablemente, figuras mucho más capaces de reflexionar sobre los problemas de la sociedad y las soluciones que se pueden ofrecer se han quedado a un lado, y no han generado escuela ni discípulos, en parte por la desproporción económica que hay entre las fuerzas implicadas.
¿Qué piensa de lo que ha publicado Robert Fisk en el Independent, diciendo que tras el Isis se esconde la voluntad de EE.UU de destruir Siria?
Es una lectura unilateral, en el sentido de que son muchas las potencias que ejercen un papel en Oriente Medio. Sin duda están Estados Unidos e Israel, pero también existen Turquía, Irán y Arabia Saudí, por citar solo las principales. La política de Turquía y las monarquías del Golfo coinciden solo en parte con la estadounidense. Sin duda, los movimientos yihadistas han recibido armas y apoyos externos, pero tienen también un arraigo local. Desde luego, el Estado islámico no es un producto exterior al cien por cien.
Se han disparado los rumores de que Al-Baghdadi está herido. ¿El Isis podría seguir existiendo sin él?
Seguramente sí. El Isis es la expresión de una ideología, no solo está ligado a la figura de un líder. La guerra en acto plantea la posibilidad de que, como otros tantos militantes, también Al-Baghdadi pueda resultar muerto. Cuando en Argelia, en los años 90, se produjo la sublevación islamista después del golpe de estado del ejército, se proclamaron los califas. Murieron varios pero cada vez que uno de ellos moría, otro le sustituía. Me parece un error concentrarse en Al-Baghdadi como si fuera un monstruo aislado, como si bastase con eliminarle a él para eliminar el problema.
Tras el crecimiento del yihadismo en el mundo islámico, ¿se esconde también el fracaso del proyecto político de los Hermanos Musulmanes en Egipto?
Ambas cosas no están ligadas directamente, en primer lugar porque se trata de dos zonas geográficas distintas. Pero el hecho de que el proyecto de los Hermanos Musulmanes en Egipto haya fracasado ha proporcionado un argumento a esa parte de los grupos yihadistas que desde el principio han mirado con sospecha la asunción del poder mediante la democracia. Los yihadistas están contra la idea misma de democracia, pues consideran impío el hecho de atribuir al juicio popular un poder que solo pertenece a Dios.