Cero, un punto de partida

Cultura · Luis Quero
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4 noviembre 2014
Este jueves 6 de noviembre a las ocho de la tarde se presenta en el Café del Libro La Buena Vida de Madrid (Calle de la Vergara, 5) el poemario Cero, del madrileño Pablo Luque Pinilla, en el que se incluye un ramillete de dibujos de fromthetree. Lo edita el veterano sello Renacimiento. En el acto se sumarán al poeta y al ilustrador la profesora y traductora eslovaca Petra Pappová, docente de la Universidad de Nitra, donde dedica sus esfuerzos a tender puentes entre las literaturas española y eslovaca; y José Luis Almarza, durante bastante tiempo activo comentarista cultural en programas de radio y televisión.

Este jueves 6 de noviembre a las ocho de la tarde se presenta en el Café del Libro La Buena Vida de Madrid (Calle de la Vergara, 5) el poemario Cero, del madrileño Pablo Luque Pinilla, en el que se incluye un ramillete de dibujos de fromthetree. Lo edita el veterano sello Renacimiento. En el acto se sumarán al poeta y al ilustrador la profesora y traductora eslovaca Petra Pappová, docente de la Universidad de Nitra, donde dedica sus esfuerzos a tender puentes entre las literaturas española y eslovaca; y José Luis Almarza, durante bastante tiempo activo comentarista cultural en programas de radio y televisión.

Nos encontramos ante un volumen coral y heterogéneo, que dedica sus más de ciento veinte páginas a indagar el origen o el destino de las cosas, su sentido en definitiva. No en vano, el autor reconoce en alguna entrevista que el libro bien podría haberse llamado “Partir de cero”, por cuanto en él persigue una perspectiva desprejuiciada, sin ideas preconcebidas acerca de la naturaleza de la realidad, que suponga una ventaja para buscar en ella alguna forma de significado. Y que si se ha llamado Cero es “en parte porque vivimos la época del lenguaje sintético y recodificado, paradójicamente primitivo a pesar de nuestro vivir movedizo y adelantado”, según confiesa Luque Pinilla en el prólogo con que abre la obra. Esta aparente ingenuidad o atrevimiento, según quiera verse, redundando en el lugar común por excelencia de la experiencia humana, lo justifica el madrileño porque, aunque “la cuestión es tan vieja y actual como nuestra naturaleza, […] por alguna razón las cosas se ven de otra manera cuando empieza el cuerpo a cuerpo con la realidad, cuando se hacen las cuentas con el círculo que vamos trazando”, según leemos también en el mencionado prólogo.

De esta manera, sobre la base del nacer, crecer, amarse y morir, escenarios que se corresponden con cada una de las cuatro partes del libro, los poemas de Cero se dividen entre aquellos textos que celebran lo que cantan, y aquellos otros que recurren a la ironía para denunciar situaciones inadecuadas a la naturaleza humana. Así, por citar algunos ejemplos, en sus páginas se ironiza sobre la facilidad de la nada en el poema “Nada” o el arte reducido a concepto en textos como “Microensayo”, en la misma medida que se reconoce única y necesaria la existencia de cada persona en el poema “Era necesario que nacieras”. Igualmente, se reflexiona sobre el valor del tiempo presente en “Inflexión”, así como en el poema irónicamente ecológico “Punto limpio” se reconoce que “Reciclamos basura / organizamos el fracaso”; situación que parece revertirse en “Trébol”, donde el yo lírico rememora “el misterio de ser hoja / emergiendo en un círculo de lluvia”. También apreciamos esta dualidad temática cuando junto a un sugerente “Discípulo de Derrida deconstruyendo a su amada” (título tomado de la ilustración de fromthetree que lo acompaña) que manifiesta que el sujeto amoroso no admite reinvenciones, encontramos otra composición en la que se afirma que “El que sueña no ama” y que el rostro amado existe, entre otras cosas, “Para que yo esté / Y eso me basta”. Estas situaciones se repiten también cuando se denuncia en “Comida rápida” que “Cada vez es más fácil la muerte”, y se afirma la vida reconociendo en la muerte, en otro poema: “El lugar donde ocurre / cuanto sucede desde siempre: el olor a tierra mojada, / el verde de la hierba ahuyentando el miedo, / el círculo de piedra / que rodea un animal de dos especies // Una para vivir allí donde colmé mis horas / otra para habitar aquí donde perduro en su presencia”.

Asimismo, en este libro parece subrayarse el valor de la unidad mediante un efecto de contrarios. Defendiendo que lo disperso puede permanecer unido si se aprecia a través del prisma del sentido. Así parece subrayarse mediante la flor de ajo de la portada de fromthetree, donde el tallo sujeta los fragmentos dispersos de la flor. Esa y no otra es lo que parece justificar la acusada heterogeneidad del volumen. Ya sea en el plano referencial, donde junto a las alusiones clásicas como Deméter, Ceres o Crono, entre otras, se recurre a la iconografía contemporánea a partir de símbolos diversos, marcas comerciales, el citado “Punto limpio”, cineastas como Woddy Allen o películas como Matrix, por citar algunos ejemplos. También cuando junto a las relaciones con la literatura, como manifiestan las citas de Rilke, Eliot, etcétera, se muestra el mundo de la ciencia en algunos títulos o a través de personajes que recorren las páginas de Cero tal y como sucede con el caso del desdichado Galois. También en el plano temático y en el formal, donde no menos de cuatro o cinco patrones métricos conviven alternándose durante todo el libro entre versos blancos de medida fija, versos blancos imparisílabos, versos libres, poemas en prosa y elementos propios del concretismo vanguardista.

Adicionalmente, el volumen se acompaña de un copioso apéndice al modo de las publicaciones anglosajonas que supone un complemento útil para rastrear citas y referencias varias.

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