La buena mentira
El talento del canadiense Philippe Falardeau para tratar el tema de la inmigración con una gran película como Profesor Lazhar le ha servido para dar el salto a Hollywood, lo que conlleva mayor presupuesto y menor control por parte del cineasta. Éste ha tenido que tragar con el cartel que los productores han impuesto, dejando a un lado a los verdaderos protagonistas. En él se puede ver a una buena actriz como Resse Witherspoon, recordada por la comedia Una rubia muy legal, que tiene un papel secundario, sin embargo, por el cartel, cualquiera podría pensar que se trata de la estrella de la misma.
Un grupo de huérfanos víctimas de la Guerra Civil del Sudán pasarán por todo tipo de penurias hasta alcanzar un campo de refugiados. Al poco tiempo de llegar a ese lugar, tienen la suerte de que los Estados Unidos los acojan como refugiados. Allí se le abrirá un amplio abanico de posibilidades para prosperar en la vida, no obstante, el camino no será fácil por el fuerte choque cultural.
El director conoce a la perfección el conflicto de la Segunda Guerra Civil sudanesa, pues quedó atrapado por el fuego cruzado de ambos bandos y tuvo que ser rescatado por los cascos azules. Según comentó a Fotogramas se quedó con un fuerte dolor en su corazón, lo que se deduce de sus declaraciones: “Sabía que me iba del país, dejando atrás mucha gente condenada a morir. No era culpa mía, pero no pude evitar la sensación de que estaba abandonando a esa gente”. Y es que en este país, como pasa con muchos otros, se quiere imponer el islam a toda costa y los cristianos sufren persecuciones y todo tipo de humillaciones en un conflicto que dura décadas. Por cierto, esta realidad muchos medios de comunicación occidentales la silencian.
La película refleja elementos positivos y negativos del encuentro entre la cultura sudanesa y la estadounidense. La historia que se cuenta es de gran riqueza antropológica, ya que explica el perfecto maridaje de las tribus subsaharianas con el mensaje evangélico, donde la fe en Dios, el amor y la familia resultan bastante significativos. Nos ha encantado la escena en la que dos personajes pintan un cuadrado en la arena, repitiendo los nombres de sus abuelos para reafirmar sus orígenes, que es algo muy propio de esas culturas. Por otro lado, si hay algo por lo que destacan sus protagonistas, es por su coherencia con respecto a sus creencias, puesto que toman decisiones escuchando la voz de su conciencia conforme a la educación recibida, aunque puedan tener consecuencias negativas para ellos mismos.
Finalmente, el visionado de este largometraje invita a plantearse la siguiente pregunta: ¿Hasta dónde estaríamos dispuestos a llegar para dar mejor vida a un ser querido?