O Cebreiro (12-07-2014)
Después de una dura subida por el margen izquierdo de la carretera, llegamos a la primera localidad donde pernoctar. Casas de piedra, pallozas, calles empedradas y una iglesia bien antigua, Santa María a Real, del siglo IX, donde se agolpan los invitados a una boda, nos reciben con la alegría desbordada del inicio. La gente del lugar es amable y conversadora, y vive mayoritariamente del Camino. El caminante escucha por vez primera ese acento melódico gallego que ya no abandonará sus pasos las próximas jornadas. Aunque ya está entrada la tarde, la suerte acompaña y el viajero ocupa la última cama-litera disponible del albergue de la Xunta. Hablamos con los aldeanos y nos informan del horario de misas. Y otra vez, nos sonríe la fortuna, misa de 19 horas de sábado, que ya nos valdrá para el domingo. Después de rezos y confesiones, y del consabido sello de la credencial, nos recogeremos a cenar raciones o empanada gallega, ya veremos, y rápidamente iremos a descansar con la radio pegada a la oreja a ver quien vence en el Brasil – Países Bajos por el tercer puesto del Mundial. El caminante reflexiona y llega a la conclusión de que él, sólo con estar allí, en medio del Camino, ya ha alcanzado una gran victoria. Estamos a 1300 metros de altitud, el aire es límpido y el paisaje se nos antoja avasallador desde lo alto: campiñas, lomas, el verde por doquier, o bosques y retamas que mezclan el amarillo con el frescor del viento. ¡Definitivamente me gusta!