Proclamación del rey Felipe VI

Unidos contra el dragón

España · Francisco Pou
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19 junio 2014
Felipe simboliza una nueva generación a la que pedimos, sobre todo, un respeto a nuestra Historia y ambición humanista en construir la convivencia. Sin caras de bicarbonato

Decía ya Aristóteles que no se piensa sin imágenes o símbolos, que para los griegos eran “la exteriorización de una idea”. Y decía ayer, el primer día de Felipe VI, que su papel es ser “símbolo”, lo dice la Constitución, de la unidad y permanencia del Estado.

Ha sido un buen discurso. Algunos podían esperar un discurso de “límites”, o de definición de poder, y se han encontrado con un discurso sin límites, de escuchar sin límites, de poner límites a las “diversas formas de sentirse español”, un buen dardo para quien presupone el mal del nacionalismo en el contrario , y en el contrario, el nacionalismo “distinto”. Hay muchas maneras de sentirse español, y el proyecto cultural de España es hacer sitio a todos. Incluso a quienes acudían al primer discurso del Rey con estudiada cara de bicarbonato. Y no por la derrota de fútbol ayer de la selección. Porque parecía que la selección de fútbol, con tan brillante pasado, iba a darnos una gran renta de presente. Error; eliminados súbitamente nos hacía caer en la cuenta de que el tiempo pasa, los años se cumplen y las generaciones tienen que aflorar.

Hoy el Rey, como en el fútbol Vicente del Bosque, nos hace ver que es la hora de cosas nuevas, protagonizadas por personas nuevas, y que la renta de la mítica Transición Democrática, como en el fútbol y nuestra derrota ayer contra Chile, no es garantizar hoy rentas de convivencia, sino  inteligencia de relevo, protagonismo de presente. No eliminó ayer el Rey a ningún equipo. No puso límites a nuestra convivencia, nuestras lenguas, nuestras instituciones históricas. Felipe simboliza una nueva generación a la que pedimos, sobre todo, un respeto a nuestra Historia y ambición humanista en construir la convivencia. Sin caras de bicarbonato. Recordando, en castellano, que las lenguas son la garantía de unidad y la esencia de la identidad de las culturas. Y citando a Espriu, Aresti y Castelao al referirse a la riqueza de lenguas en España, cuyo cuidado está al cargo de todos. Entendernos en castellano, aprendiéndolo cada uno en su lengua propia, que no es únicamente la de Machado.

Hablábamos de símbolos y fútbol para entender mejor al Rey. Y el problema central de España fue contundentemente centro del discurso; los españoles, la mayoría de ellos, sumidos en una profunda crisis que parece anular el futuro de la generación del Rey. Ese es el auténtico dragón de hoy en nuestra Historia.  Y en todas las lenguas de España estamos convocados para darle muerte con la vida en convivencia, juntos. Si hace falta, con bicarbonato.

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