Italia, nuevos aires en la política, viejos problemas pendientes
Debe recordarse que en los últimos tres trimestres del año 2013 la economía italiana decreció un 0.5% de su PIB, y que en el primer trimestre de 2014 (que es donde tuvo lugar el relevo de Letta por Renzi), el país decreció un décima más. En comparación con las principales economías de la eurozona, debe recordarse que en ese mismo primer trimestre del año Alemania creció casi un punto (0.8%, exactamente) y que España lo hizo un 0.4%, mientras que Francia sumó dos décimas más a su crecimiento. Así, entre las economías relevantes de la Unión Europea solo Holanda presenta peores datos (decreció un 1.4%). El problema para Italia es que todos estos datos nos suenan más que conocidos, ya que desde hace más de una década la ausencia de crecimiento, cuando no directamente decrecimiento, se ha convertido en la constante del paisaje italiano.
Con estos resultados, no es de extrañar que la deuda italiana se haya disparado hasta ya el 135.2% de su PIB: ninguna de las principales economías de la eurozona acumula tal deuda, aunque España puede estar preocupada, ya que ha pasado en tres años del 35 al 93%, y Francia está en cifras parecidas (el Reino Unido tiene todavía más, pero todavía lejos de Italia). En ese sentido, debe recordarse que la Unión Europea ya se estaba preparando para expedientar a Italia, pero de momento no lo va a hacer por el fuerte impulso reformista del Gobierno Renzi y porque resultaría muy feo tener expedientado tener a un país mientras preside la Unión Europea, que es lo que le sucederá en el segundo semestre de 2014.
A todo ello hay que sumar, como ya hemos dicho antes, el problema del envejecimiento de la población y con ello la sostenibilidad de un sistema de pensiones que ya fue reformado hace veinte años por el Gobierno de Lamberto Dini. En 2013 nacieron un total de 515.000 niños, dejando la tasa de fecundidad en 1.4 niños por mujer, muy lejos de las cifras de hace un siglo, en que cada mujer promediaba 3.5 niños (si bien la mortalidad infantil era en aquel momento mucho más alta). Cierto es que Italia no ha sido tradicionalmente un país de alta natalidad: desde que comenzara el régimen republicano, la cifra más alta ha sido de 2.5 niños por mujer, allá por los años 1945-50.
El problema es que si Italia tendrá ya de por sí un problema de fuerza laboral, a ello hay que añadir una marcha de cien mil jóvenes italianos en los últimos cinco años. Jóvenes que, además de estar en condiciones de trabajar y por tanto de sostener el sistema de pensiones, se encuentran en edad de reproducirse y así de asegurar un posible relevo generacional. Y es que en ese terreno, Italia pone de manifiesto los mismos problemas que España, que no son otros que un sonoro fracaso en la conciliación de vida personal y vida laboral.
Como vemos, el futuro de Italia sigue siendo incierto si no se acometen reformas estructurales de mucho calado, y no da la impresión de que esto vaya a suceder, al menos de momento. Una amplia mayoría parlamentaria facilitaría mucho las cosas a Matteo Renzi, pero para ello hay que lograr que el Senado de el ´visto bueno´ a la nueva ley electoral que ya aprobó la Cámara de Diputados, y también esperar a que se puedan convocar elecciones, lo que difícilmente sucederá antes de 2015. Mientras tanto, no queda otra que seguir impulsando reformas, que es lo que de momento está haciendo el Primer Ministro, quien ha dado un nuevo aire a la política italiana en los últimos tres meses y medio.