Italia, dos meses después de su última crisis política

España · PaginasDigital
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23 abril 2014
Se acaban de cumplir dos meses desde que se presentara el Gobierno presidido por el joven político toscano Matteo Renzi. El balance debe ser considerado positivo, aunque dentro de la necesaria cautela: hay demasiadas cuestiones en el aire. Dentro de un mes, con motivo de las elecciones europeas, Renzi sabrá hasta qué punto su gestión ha sido valorada positivamente por los italianos, en lo que va a ser un auténtico plebiscito sobre su política económica y social.

La actividad desarrollada por Renzi durante estos dos meses puede considerarse frenética: nueva ley electoral, reformas en la administración, bajadas de impuestos, reuniones con los príncipales líderes internacionales, y permanente comunicación con la población italiana con el fin de hacer más cercana a la clase dirigente. Renzi hace todo lo posible por presentarse como alguien nuevo en la política italiana, distinto de lo anterior, y como un líder que trata de insuflar aire a un ambiente demasiado viciado. Y todo ello asumiendo permanentes riesgos, que parece que es la manera en la que este joven político toscano se siente cómodo.

Entre esos riesgos está el asumir por completo el protagonismo del nuevo Gobierno. No se habla más que de Renzi, porque del célebre Ministro de Economía y Finanzas Padoan prácticamente no se tienen noticias y del resto qué decir. Salvo el Subsecretaria de la Presidencia del Consejo de Ministros, Graziano Delrio, autor del proyecto de ley por el que se eliminan las provincias italianas, el resto del Gobierno ha pasado totalmente inadvertido. Eso supone mucho desgaste para Renzi, que es la única cara visible del nuevo Ejecutivo.

Otro riesgo es que las diferentes iniciativas legales no han pasado todos los trámites parlamentarios. La más importante, una nueva ley electoral llamada Italicum, recibió el apoyo de la Cámara de los Diputados, pero todavía no ha pasado por el Senado (lo que está previsto para mayo), y aquí Berlusconi puede decidirse echarse atrás porque sabe que, con la ley en vigor y Forza Italia en horas bajas, Renzi convocaría inmediatamente elecciones que muy probablemente le aseguraran una nueva mayoría. Porque el Primer Ministro se ha quedado sin rivales políticos: el único que puede hacerle frente es Beppe Grillo, líder del Movimiento Cinco Estrellas, pero el excómico no creo que llegara al 25% de los votos de las elecciones generales de febrero de 2013 después del lamentable espectáculo de continuas deserciones en sus filas, que ha llevado a que un buen número de parlamentarios (sobre todo los pertenecientes al Senado) hayan acabado pasando al grupo mixto.

Tengo la percepción de que existe en este momento en Italia una calma tensa: Renzi se ha ganado en muy pocos meses un buen número de enemigos, que van desde el dimitido Primer Ministro Letta hasta las dirigentes de las principales empresas públicas italianas (que han visto reducidos de un plumazo sus sustanciales ingresos), pasando por el sector más veterano del Partido Democrático (que tema sufrir la política de ´desguace´ anunciada por Renzi). Por no decir los miembros del Senado que saben ya que Renzi, en cuanto le sea posible, pondrá fin al llamado ´bicameralismo perfecto´ establecido en la Constitución italiana, sustiuyendo el Senado por una Cámara de las Regiones que supondría para los actuales senadores perder sus muy bien remunerados puestos cuando quedan casi cuatro años de legislatura.

De aquí al 1 de julio, en que Italia asumirá la presidencia de turno de la Unión Europea, pueden pasar muchas cosas, pero, si Renzi logra aguantar hasta ese momento, y más aún si consigue el espaldarazo que pueden suponer las elecciones europeas, entonces consolidará plenamente su liderazgo no sólo dentro del Partido Democrático (PD), sino también entre los italianos, que en este momento se preguntan si la presidencia de Renzi puede ser, esta vez sí, la buena para el país.

 

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