48 horas en Emaús

España · PaginasDigital
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16 julio 2018
Mi experiencia en el Retiro de Emaús

Veni, vidi, vici  (Vine, vi, vencí) es la frase que utilizó Julio César en el año 47 a. de C. tras obtener una importante victoria militar para Roma. Hoy le robo las palabras a Julio, para añadirle una más: “ Vine, vi, vencí y creí”. Lo prometido es deuda, así que estoy ante el teclado pidiendo luz al Espíritu Santo para que me ayude a compartir lo que os prometí: Mi experiencia en el retiro de Emaús.

Seguramente algunos queden decepcionados, al esperar que por fin alguien le cuente lo que sucede en ellos . Yo mismo antes de realizarlo estaba convencido de que llenaría esta página con facilidad y os confieso, que han sido varias las ocasiones que he querido plasmar lo que mi corazón rebosante de alegría tras acabar el retiro, quería expresar sin conseguirlo. Pero hoy parece que sí voy a lograrlo.

Me invitaron hace años a estos retiros y en tres ocasiones los rechacé, acostumbrado a realizar algunos de los que distintos movimientos de la Iglesia proponen. Percibía que sería uno más, que poco se distinguiría de los otros, donde siempre acaba ocurriendo el efecto yo-yo. Una lista larga de propósitos con el que salía, y  verificar que muchos de ellos se esfumaban nada más entrar en la vida ordinaria . Algo fallaba .

Dos de mis hijas hicieron el equivalente de Emaús adaptado para jóvenes que se llama Effetá. Volvieron del retiro llenas de una alegría exterior, que recordaba a la que yo experimentaba tras mi paso por los que yo había vivido. Sentencié convencido : ´En pocos días esa montaña que han escalado y coronado pronto se vendrá abajo, ya se encontrarán con la descarnada realidad de la fragilidad humana, que al primer revés se rinde´. Pero no fue eso lo que sucedió. Día a día la alegría se manifestaba en muchos detalles que demostraban que algo las había tocado de verdad. Una semana y otra y otra, y un mes y una semana más , y más semanas, y yo empezando a alucinar al comprobar que el gozo continuaba, que las cosas en su vida estaban cambiando a una velocidad de vértigo. Fieles a su compromiso de asistir a la adoración que cada jueves tienen en la Iglesia, las veía rezar, hablar de Dios, contagiándonos de ello. No las veía actuar así desde su niñez. En fin, acabé claudicando ante la evidencia de que esta vez mis previsiones erraron totalmente, logrando que surgiera unas ganas enormes de vivir la misma experiencia.

Les pedí información sobre la convocatoria de adultos para Emaús y les aseguré que esta vez  acudiría. La sorpresa llegó cuando mi director espiritual me comunicó que en breve tendría el primer retiro  en mi ciudad; Las mujeres serían las afortunadas, dos semanas después le seguiría el de hombres. Sabía que en toda España donde se celebraban los retiros  era fácil que se creara una  “lista de espera”. Que se llenaban enseguida. Estuve atento con gran celo de su anuncio oficial para inscribirme. Tenía tantas ganas que empecé a ponerme nervioso al comprobar que se acercaba la fecha y los organizadores parecían dormidos, ni mu del tema, no me llegaba noticias de nada. Todo tiene su tiempo, todo está previsto y sobre todo por Dios. Y llegó cuando tenía que llegar.

Lo poco que conocía de estos retiros, el misterio que los envolvía y el resultado en mis hijas, hicieron que empezara a buscar información por la red y encontré que este retiro me  estaba desmontando la idea preconcebida que tenía.  Ávidamente buscaba y buscaba en qué consistían y lo único con lo que me topé fue ´decepción´ y “frustración” al no poder satisfacer mi curiosidad. Descubrí que solo se puede hacer una vez en la vida y que no se puede contar nada de él. Uyyyy… malo, cuando lees que no se puede contar nada, empiezas a notar que alguien revolotea por tu conciencia para que eches marcha atrás. Empecé a preocuparme al comprobar de verdad que no localicé un solo chivato en la red que hubiese contado lo que se desarrolla en el retiro. Nada de nada. Tan solo las imágenes de la clausura y testimonios de lo que Emaús ha cambiado a muchos. Un secretismo increíble que me estaba invitando justamente a no realizarlo.

´Menudo marketing tienen para atraer a la gente´ , a ver que publicista busca sigilo en la promoción de su producto, y sin embargo como decía más arriba, algunos lugares llegan a tener que crear una lista de espera en cada convocatoria del retiro, mas de uno se queda fuera por falta de plazas. Así que, con toda esta intriga, lo que consiguieron en mí es que se creara una expectativa atrayente.

Todo esto, se resume en 48 horas que dura este retiro , logra convertirse en un fin de semana que ni en sueños te imaginas vivir , unas horas que se cargan de gracias especiales donde el Señor de una forma tan sutil que ni logras percibir, te toca profundamente el corazón; insisto en lo de profundamente; te deja  noqueado total.

Vine. Sí y la verdad es que llegué con ilusión, pero previamente me costó pasar una semana de nudos en el estómago porque lo quieras o no, en mi caso, asistir a lo desconocido siempre me deja un desasosiego difícil de controlar. Creo que esto, después de estos días, ya se ha solucionado para siempre.

Vi . Lo que he visto es una acción patente del Espíritu Santo, en todos los que en este fin de semana de una forma u otra realizábamos el retiro. Eyyy…, alto ahí; quietos paraos… que he dicho que este retiro era distinto a los que había vivido anteriormente y escribiendo estas cosas, parece que esté hablando de uno más, pero no, queridos amigos. La imagen que me venía, en las primeras horas con lo que veía, encajaba con el término de la palabra ´friki´ en una de sus acepciones que Wikipedia ofrece, descolocándome sin previo aviso.

Vencí. Claro que sí, porque para vencer hay que tener paciencia y confianza, basta un poquito de ella, para seguir adelante. Entonces recordé lo que me había propuesto antes de entrar, “vea lo que vea, haga lo que tenga que hacer lo haré, son solo 48 horas”. Mis hijas me dijeron que me fiara, que dejara fuera los prejuicios, que encontraría el sentido de cada cosa que el retiro ofrecía. No iba a decepcionarlas, así que entré con esa actitud. Lo de ´frikis´, se desvaneció enseguida. Cada hora que transcurría se convertía en una gracia que de forma silenciosa el Señor iba poniendo en mi corazón. Mucho tuvo que ver la actitud, el servicio, la entrega y humildad de los que se llaman servidores, que están al cuidado de todo y de todos, que en este caso son los caminantes, que es el nombre de los que realizan Emaús por vez primera. Con esa inyección de amor que el Espíritu Santo te clava, empiezas a ver su acción de una forma casi palpable en todo lo que allí acontece.

Creí. Nadie sale indiferente de Emaús, es más, como decía en otro párrafo, creo que todos salimos tocados, muy tocados.  En mi caso puedo decir que se han curado heridas , me he sentido liberado interiormente de los fantasmas que en mi vida no han parado de molestarme y de los que en ocasiones os he hablado en este blog. He tomado conciencia como nunca, de que Dios nos ama infinitamente, que nos perdona de una forma visceral, experimentándolo como hasta ahora nunca imaginé. He salido creyendo con convicción que solo quiere nuestra felicidad, anhelando verle cara a cara en la eternidad. He entendido perfectamente el pasaje de los discípulos de Emaús, identificándome con ellos, en su tristeza mientras caminaban y acabando con su misma alegría al reconocer a Jesús.

Decía al principio que a lo mejor decepcionaba con mi testimonio a algunos, esperando (como yo hice) encontrar algo del retiro que es lo que hoy sé, no importa… Hay que hacer Emaús para descubrir lo que importa. Ojalá haya contribuido a que ansiéis inscribiros en el próximo que esté a vuestro alcance.

A los que habéis ido conociéndome durante todo este tiempo de vida bloguera (ya casi 10 años) que os considero amigos ya sea de forma virtual o física, os digo con todo convencimiento : “¿Confías en mí?…¡Vete a Emaús!” . Si tienes una vida de fe, te confirmará en tus creencias y en el amor que hay que tener al Señor; si estás un poco más apartado es un momento muy bueno para plantearte las cuestiones esenciales de tu vida y dar respuesta a todas las inquietudes; está abierto para todo el mundo, ¡para todos!, incluso los que están muy apartados de la fe y de la Iglesia. Diría que especialmente indicado para ellos. Haced Emaús. Si al final no os gusta solo podréis decir: “Perdí 48 horas”, pero estoy seguro que diréis: “En 48 horas lo gané todo, mi vida ha cambiado´

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