27-S en Cataluña; ¿qué va a pasar?

España · Francisco Pou
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3 septiembre 2015
La agitación programada sueña con ver a la Guardia Civil interviniendo en Cataluña en la portada de periódicos internacionales. Una injusta imagen a lo Tiananmén provincial es el sueño mitológico de los independentistas más agitados. Es probable que lleguemos a algo próximo a eso.

“Que no salga un pueblo dividido, sino hermanado, de las próximas elecciones” que se celebrarán el 27 de septiembre. Así de explícito fue hace pocos días, según Infovaticana, Joan-Enric Vives, arzobispo de la Seo de Urgell, pidiendo ante la Virgen de Núria “que protegiese a Cataluña de los ataques, las mentiras y la corrupción”.

Bien explícito; ataques, mentiras y corrupción es lo que vivimos en Cataluña. Corrupción endémica, por más que tarde y mal la Guardia Civil pone al descubierto la “omertá” y el uso y costumbre de pagar mordidas a Convergencia cuando en Cataluña alguien quería hacer algo. Era conocido por todos. Estaba enquistado desde hace muchos años. Y mentiras se publican a diario. No les cito ninguna de esa reata, me basta mostrar la evidencia de la prensa, radio y televisión en Cataluña, convertidos en medios propagandísticos, todos por la “nació”, que serán objeto de estudio por tesis doctorales como increíbles “revivals” del Nodo nacional. No se admiten otras posiciones, por más que las encuestan se empeñen en recordar que los partidarios de la independencia son minoría. Ninguno de esos medios dóciles sobrevive con sus lectores; sólo con subvenciones directas e indirectas que pagan todos con impuestos, sean o no soberanistas.

“Virgencita de Nuria, que me quede como esté”. Así podríamos sumarnos a la profética visión del obispo catalán que ve cómo se divide un pueblo, cómo se evapora una convivencia que el “padre espiritual de Cataluña”, Torras y Bages, expresaba en su “Cataluña será cristiana o no será”. Muchos han hablado de cuentas, de cuánto vuelve a Cataluña de los impuestos que pagamos. Pocos hablan de hermanarse en un gran pueblo a todos los pueblos de España, como reto real, histórico, del empeño cristiano de la caridad y de la justicia con los hechos. Porque la división del pueblo está ya aquí.

Choque de trenes… mediocres

No hay duda sobre el choque de trenes; se va a producir, ya se oye el traqueteo. Porque se trata de dos mediocres trenes conducidos por mediocres. Uno, conductor de desastres y debacles políticos. Tras cargarse la coalición CiU, Artur Mas aniquila después Convergencia aunque, eso sí, logra que en Cataluña, durante sus últimos años, nadie hable de lo que en realidad pasa en la calle y en las empresas, colegios y hospitales. Sólo de “su” tren suicida y su velocidad estelada. Sin hablar de su destino fuera de Europa. Como su tren opuesto.

El tren que viene de Madrid viene del mando de quien manda “no mandando”, enterrando como avestruz la cabeza en tierra, traspasando su responsabilidad al Tribunal Constitucional en una urgente chapucera, tildada de hipócrita maniobra de cambiar las reglas a la medida de quien estorba, en el último momento. Muchos años tuvo para ello, situando en cambio sólo a mediocres en el frente político popular en Cataluña; sin agallas para afrontar él el reto. Sólo ha añadido leña al fuego, que llegará posiblemente en forma de “Declaración Unilateral de Independencia”, en acciones de más ruido de la agitación programada, que sueña con ver a la Guardia Civil interviniendo en Cataluña en la portada de periódicos internacionales. Una injusta imagen a lo Tiananmen provincial es el sueño mitológico de mucho independentista agitado. Es probable que lleguemos a algo próximo a eso.

Un ejemplo británico

Para los bombardeos de propaganda oficial en Cataluña durante años, Escocia (¿Escocia ha dicho?) para la prensa no existe tras el referéndum del pasado año; ese sí que conforme a derecho.

Se ha escrito mucho de la relación de Escocia con el Reino Unido sin saber mínimamente algo de la realidad cultural británica. Hablábamos de Torras y Bages sobre “la cristiandad de Cataluña”, y precisamente el papel de “la cristiandad” en el Reino Unido ha sido fundamental, aportando una forma distinta de enfocar un problema urdido también con propaganda. El voto manifiestamente católico (un 16% de la población escocesa, que tiene en un 25% origen irlandés, es católica) convivió en el “no” a la propuesta secesionista, con el frente político protestante, incluyendo la temida Logia Orange. Al final una posición “cristiana” identitaria no es más que una oposición coherente de los cristianos en una defensa apasionada de lo humano. Antropología. Una línea de camino hacia la integración en vez de la diferenciación. Pero también de diálogo político en vez de las amenazas vacías de la derecha. La construcción de una civitas integradora en vez de una horda excluyente. Ciudadanos en vez Homo Sapiens sapiens catalogados. La portada del enciclopedista “The Spectator” era elocuente en el referéndum de Escocia, con un mensaje de respuesta de los lectores dirigida a los votantes: “Escocia, por favor, quédate”. ¿No andamos en España faltos de ese tono humano?

¿Qué pasará el 27-S y el “día después”?

A pesar de la lluvia de propaganda, las encuestas son bastante unánimes: según la encuesta de referencia en La Moncloa, la suma de Esquerra y Convergencia pasaría de 71 diputados a 48-55. La filial de Podemos en Cataluña obtiene algo muy equivalente a Ciutadans, 20-22. El PP, en este clima “in extremis”, pasa de 12 diputados augurados a 14, quizá 15. Pocos han querido estar en una lista unitaria de Artur Mas, respondiéndole con “pasa tú primero que a mí me da la risa”…

Si en número de diputados la situación secesionista es incierta (los socialistas, remontando la escalada, podrían llegar a 14), en número de votos los secesionistas pierden por 4 puntos en el escenario más favorable para ellos. ¿Mandará el número de votantes o ganará el número de diputados? La respuesta es ninguno de los dos criterios; mandará la realidad. La realidad, reconocida por círculos próximos a Mas, es que la independencia es imposible. Llegamos a un choque de trenes en el que todos saldremos perdiendo. ¿Estamos a tiempo de arreglarlo? Probablemente no.

Es la secesionista una generación formada no en la utopía, sino en la ilusión. Y llegan días de chascos, de aprietos y jarrones de agua fría que, sin duda, seguirán minando un terreno cada vez más agotado. Las encuestas de opinión cada vez aciertan menos. Lo hemos visto estos dos últimos años. No porque sean falsas, sino porque el voto final de muchos se decide en pocos días, minutos quizá. El conflicto, en cualquier caso, está servido. Queda la esperanza de que surja humanidad sin etiquetas, reconstruyendo una convivencia que empieza a estar etiquetada por “secesionistas” y “traidores”. Quien cambie el discurso en Cataluña, mostrando un camino posible, puede empezar a construir y crecer, algo que va a hacer mucha falta a partir del 28-S. “Virgencita de… Nuria, que no me quede como estoy”.

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