EDITORIAL

2013, un año postmoderno

Editorial · PaginasDigital
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30 diciembre 2013
Admitamos que Google es la herramienta más usada en todo el mundo por la gente informada. Quizás sea demasiado. Admitamos entonces que es un buen termómetro para conocer qué quiere saber la gente con acceso a internet. Admitamos también que facebook  refleje el tipo de cosas que le interesan a una parte representativa de la población mundial. 

Admitamos que Google es la herramienta más usada en todo el mundo por la gente informada. Quizás sea demasiado. Admitamos entonces que es un buen termómetro para conocer qué quiere saber la gente con acceso a internet. Admitamos también que facebook  refleje el tipo de cosas que le interesan a una parte representativa de la población mundial. Google, que lo sabe todo, ha hecho una selección de las noticias que  han sido más demandas a lo largo de 2013. Muchas de ellas coinciden con las más difundidas por las redes sociales.

Las dos primeras son el Papa Francisco y el nacimiento del príncipe Jorge de Cambridge, hijo del príncipe Guillermo y de Kate Middleton. Google, de hecho, las presenta juntas en el video que ha preparado para despedir el año,  bajo el título ´nuevos inicios´.  Entre los acontecimientos más populares también está la muerte de Mandela.

Podría pensarse que internet refleja bien cierta frivolidad de la opinión pública virtual. No aparecen entre esas noticias la guerra de Siria, con su millón de desplazados. Tampoco los conflictos de Mali y Nigeria que revelan hasta que punto la yihad se extiende por África como la peste. Ni la muerte de Hugo Chávez y la elección de Bachelet, espejo de las tensiones entre el populismo y una democracia sólida que se producen en América. Ni tampoco los fracasos de Obama, ni el permiso para tener más de un hijo en China, ni el lentísimo avance de la Unión Europea que no se ha puesto de acuerdo en cómo conjurar la crisis. Ni desde luego los 100.000 cristianos que este año han muerto a causa de su fe.

Seguramente estos olvidos son fruto de cierta futilidad ¿No es algo tonto estar pendientes de que nazca un niño o de que cambie el Papa de Roma? De hecho no hay nada más parecido a un recién nacido que otro recién nacido y no hay nada más parecido a un Papa que el siguiente Papa.

​Normalmente los hombres modernos no somos así. No nos gustan  las sorpresas.Vivimos nuestra vida como si todo lo que nos sucede fuera como un razonamiento lógico. Si hemos conseguido éxito es porque hemos trabajado mucho. Si hemos fracasado es porque hemos hecho las cosas mal. Si estamos vivos es porque nos late el corazón.  Nos parece que lo imprevisto es enemigo de nuestro deseo de felicidad. Y, por eso, tenemos esa soledad que con tanto afán buscamos y nos parece que la realidad, la auténtica, tiene que ser confortablemente aburrida.    

​Quizás sea que internet refleje un mundo premoderno. Los antiguos siempre esperaban que sucediera algo no calculado, algo que no podían alcanzar con sus propias fuerzas.

  Aunque también pudiera ser que la red refleje los intereses reales de la vida y que en lo profundo de nuestras alegrías y de nuestras penas nos demos cuenta de que necesitamos, como la gente de antes, algo diferente. Y que, por eso, nos interese el nacimiento de un niño. También en tiempos de Virgilio, en el mundo romano, las esperanzas estaban puestas en eso que Google llama ´nuevo inicio´ que tenía que venir por medio de un bebé.

   Menos explicable es el interés por un anciano que se ha convertido en el líder de la Iglesia católica, una institución que, como todo el mundo sabe, es absolutamente previsible. Aunque pudiera ser que no a los modernos pero sí a los postmodernos les interese mucho  su modo de hablar de Dios, su forma de acariciar a los enfermos, su insistencia en la misericordia, su pasión por los pobres, la evidencia de que no le interesa el poder sino la vida. Y que todo esto haya sido percibido como lo imprevisto, como lo nuevo que tenía que venir. En realidad el otro hombre-noticia de este año, Mandela, también lo ha sido porque ha ido más allá de lo que era esperable. Lo normal en él hubiera sido el odio y con su muerte nos hemos dado cuenta de que su existencia estaba dominada por  el imprevisto de la reconciliación. Decididamente 2013 ha sido un año postmoderno.

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