¿Y la energía?
Con el barril de Brent a 100 dólares, la dependiente España es cada vez más pobre. Que el mix energético de nuestro país necesita una revisión a medio y largo plazo es una cantinela cada vez más frecuente y un debate al que la clase política entra a medias y sólo muy de tarde en tarde.
En Europa, amén de la inclusión de las energías verdes o renovables, ha tenido lugar un interesante debate acerca de la energía nuclear. Como consecuencia de éste, países como Finlandia y Francia han decidido redoblar la inversión en centrales atómicas tras revisar pros y contras. El Reino Unido, por su parte, acaba de aprobar la construcción de nuevas centrales nucleares y ha sido un gobierno laborista el que ha dado su visto bueno. Dicen tener resuelto el asunto de la seguridad de las plantas atómicas y piensan, asimismo, que el coste de gestión de los residuos es asumible.
No seré yo quien afirme que el futuro de España tiene que pasar sólo por ahí, lo que sí parece lógico es que seremos un país más solvente en tanto en cuanto se pongan las bases políticas para el gran debate energético. La izquierda más cerril hace años que lo considera un anatema y el Gobierno Zapatero ha decidido reducir el número de centrales, y la derecha hace tiempo que no da señales de vida. Desde el triste cierre por parte del PSOE de la central vizcaína de Lemoniz por las presiones de ETA en 1984, no se han vuelto a poner las cartas sobre la mesa por ambas partes. No nos podemos sustraer al hecho de que vivimos en un país en el que el discurso de la bondad de las renovables hace que la brecha con respecto a otros países sea cada vez más llamativa.
Pero siendo el económico un episodio importante, no se puede dejar de lado que se trata también de la gestión de los recursos de nuestro planeta. El pensamiento único español, abanderado del ecologismo, ha logrado, a través de prodigarse, someter a la opinión pública al dictado de sus propias reglas sobre el medio ambiente. La ecología y el futuro terráqueo o pasa por su tamiz o no merece consideración. A muchos nos preocupa qué será de la Tierra y ello no significa que no se puedan revisar las políticas sobre el asunto en cuestión.
Faltan menos de dos meses para las elecciones y no se me ocurre mejor momento para que la izquierda y la derecha propongan el horizonte energético que nos espera. ¿Continuará siendo tan decisiva la colaboración de la red eléctrica francesa? ¿Hay lugar a un resurgir nuclear español?
Sea como fuere, y aun siendo la energía verde una buena vía complementaria, aunque cara e inadecuadamente subvencionada, España necesita subirse al carro del siglo XXI de la forma más inteligente de la que sea capaz. Debatiendo propuestas en las que no caben los clichés ni las modas. Nuestros bolsillos y nuestro planeta lo agradecerán.