Entrevista a Carlos Vidal

Urge una mejora del gobierno de la Universidad

Entrevistas · Juan Carlos Hernández
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30 marzo 2023
Hablamos con Carlos Vidal sobre la nueva Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU). Lo mejor que podría pasar es que se derogue cuanto antes afirma el Catedrático de Derecho Constitucional en la UNED.

¿Qué aspectos ve más urgentes a mejorar en la universidad española?

Lo más urgente sería mejorar el modelo de Gobierno de la Universidad. Ahora mismo los rectores tienen demasiada dependencia de algunos colectivos que no tendrían que tener tanta fuerza en la Universidad. Yo creo que el colectivo que tendría que tener más peso es el del profesorado, que efectivamente lo sigue teniendo, pero el peso que tienen el colectivo de estudiantes y el personal de administración y servicios actualmente es excesivo y así la elección a Rector se convierte en una elección demasiado política y, no tanto, pensando en el beneficio de la calidad de la formación universitaria sino en contentar a distintos sectores dentro de la Universidad que no siempre se van a querer contentar. La elección del Rector no tendría que ser tan “política” sino más pensando en la calidad de la Universidad, en la calidad de su formación, de la docencia y en el servicio que se presta a la sociedad en la que la Universidad presta sus servicios. También en la elección a Rector, como pasa en otras universidades europeas, tendría que tener más peso, no solamente la Universidad en su interior, sino también el contexto social. Por ejemplo, el papel del Consejo Social en las universidades españolas es muy escaso y convendría que tuviera más relevancia e incluso en la elección del Rector. Probablemente, el Consejo Social debería de tener más protagonismo porque es el órgano que conecta la Universidad con el entorno social en el que desarrolla su tarea.

Hubo una primera versión de la ley, cuando estaba el Ministro Castells, que hablaba de la posibilidad que los rectores se eligieran incluso por concurso de méritos y que pudieran presentarse gente externa a la universidad y que fueran buenos gestores. Eso no era una mala idea y, de hecho, en algunas universidades europeas se hace. Es un reto el cómo mejorar el gobierno de las universidades.

“Las universidades deberían distinguirse unas de otras”

Un segundo asunto, es que las universidades necesitan en España que de verdad se crean su autonomía a la hora de determinar su propio perfil. No es malo que entre las propias universidades haya competencia. Las universidades deberían especializarse, deberían significarse por algunos rasgos específicos. En España hay como un miedo a eso, sobre todo en las universidades públicas. Miedo a distinguirse unas de otras y a competir y a los rankings. Hay miedo, por ejemplo, a que si todos hacen el grado en Biología en cuatro años que de repente yo lo haga en tres. Existe un miedo a tomar ese tipo de decisiones, hay temor a la repercusión que tenga y a tener menos alumnos. Esto de que todas las universidades quieran parecerse unas a otras no es bueno ya que es positivo que se puedan distinguir unas de otras.

Un tercer aspecto, a mejorar, es la carrera docente que ahora mismo no está bien diseñada. La gente se incorpora a la Universidad muy tarde porque los investigadores jóvenes tienen muchas dificultades para acceder a plazas estables y hasta los 35 años casi nadie es capaz de hacerlo. Cuando hace años 25 años había Catedráticos con esa edad. Aquí algo falla, hemos tenido muchos años de parón en el acceso a las plazas universitarias por la crisis económica y había un tapón de gente que ha entrado en los últimos 5 ó 10 años con una edad más avanzada de lo normal gente con 35 ó 40 años. Y es gente que entra con figuras docentes muy inestables como el profesor Ayudante Doctor. Todo eso no lo hemos conseguido resolver bien y tampoco el texto actual lo consigue.

Y, por último, hay un reto para la Universidad, en general, que es estar más interconectada con el entorno social en el que desarrolla su tarea y parece que en algunos sectores hay como miedo a tener relación con el mundo empresarial.

Debería ser algo casi intrínseco

Y es que no solo le ayudaría a estar más enraizadas en el contexto social sino incluso a tener vías de financiación alternativas. Tú puedes tener relación empresarial y hacer muchas transferencias hacia ese mundo y con eso ingresar un dinero que a la Universidad le va a venir bien y así no depender tanto, como hasta ahora, de la financiación pública. Las universidades deberían intentar diversificar sus vías de ingresos y para eso hay que explotar la relación con el mundo empresarial y con el entorno social en la que la Universidad desarrolla su tarea.

Has hablado que la elección a Rector ha quedado muy lejana de la idea original de Castells ¿Cómo queda con el texto que finalmente se ha aprobado en la nueva Ley Universitaria? ¿Podría aumentar aún más el marcado tipo ideológico de la elección a Rector?

Sí, porque se aumenta el peso, justamente, de los estudiantes, y eso va a reforzar la elección ideológica que para mí es negativo. Además un Rector tiene que tener más margen de maniobra, del que hoy tiene, hoy depende de muchas cosas y lo primero de lo que depende es del propio sistema de elección. Debería tener más capacidad de gestión sin estar tan condicionado por sectores de la Universidad que pueden tener una influencia muy grande en su labor de gobierno. Eso debería de cambiarse y es bueno mirar lo que ocurre en otras universidades europeas. La ley empeora esta situación y va a provocar más dependencia. Un aspecto positivo sí es que se amplía los años de mandato y, en este sentido, puede que tenga más autonomía a la hora de tomar decisiones. Hasta ahora con el tema de la reelección el primer mandato del Rector acababa muy condicionado por si quería volver a presentarse y tenía que contentar a determinados sectores para volver a presentarse y ganar. Ahora en la nueva ley puede cambiar porque el periodo por el que es elegido es más largo y no tiene la misma dependencia.

“Es necesario que la Universidad tenga una relación fluida con el entorno laboral donde van a ir sus egresados”

Al final el estudiante es el “cliente” pero, no solo es el estudiante, la sociedad también lo es. Los empleadores de los que están estudiando en la universidad deberían de tener algo que decir y no solo el estudiante que va a reivindicar unos derechos, que están justificados, pero no es él el que va a determinar si va a tener éxito o no en el mundo laboral. Esto es políticamente incorrecto decirlo pero hay que pensar que la Universidad no está sólo para rebajar el nivel de exigencia que te van a pedir determinados sectores estudiantiles… si los rebajas, a lo mejor, no vas a tener un acceso al mercado laboral adecuado. Tendrás que tener un nivel de exigencia oportuno para que luego tus egresados puedan tener éxito en el mercado laboral y esto no lo pueden decidir los propios estudiante sino la Universidad en relación permanente con el entorno laboral en el que se van a ver.

Al estudiante le falta la perspectiva completa del todo el recorrido.

El estudiante te va a pedir cosas que le mejoren su vida pero aunque sea duro decirlo no es el que tiene los criterios adecuados para luego saber qué es lo que le va a hacer falta en el acceso al mercado laboral. Eso lo debe tener la propia Universidad que tiene que estar en contacto permanente con esos sectores empresariales y económicos que van a absorber a esos estudiantes. No puedes dejarte llevar por la demagogia de decir “vamos a dar más pesos a los estudiantes para tener más apoyo entre la gente joven”… vale pero tendrás que tener unos criterios racionales no puedes decidir sólo por cuestiones políticas.

“Se elimina la unidad que había en los cuerpos funcionariales”

Hablabas de la autonomía universitaria y que las universidades se diferencien entre ellas. Se ha hablado que esta ley podría dar mayor margen de maniobra a las Comunidades Autónomas y a las propias universidades. ¿Se está recorriendo un camino positivo en este sentido?

Esta ley el problema que tiene es que necesita un desarrollo primero en las Comunidades Autónomas que tendrán que hacer su propio desarrollo normativo de la LOSU y luego en cada universidad tendrá que aprobarse unos nuevos estatutos para adaptarlos a la nueva ley. El problema de esta nueva ley es que deja abiertas demasiadas cosas y permite que en España vaya a haber 17 sistemas universitarios ya que permite a las Comunidades Autónomas tomar muchas medidas, por ejemplo, en los tipos de plaza de profesorado porque no los determina y luego elimina la unidad que había en los cuerpos funcionariales. Tenemos el sector laboral, profesores con contratos laborales que no son funcionarios y luego los funcionarios (profesores titulares y Catedráticos). Mientras que hasta ahora para poder ser profesor titular o catedrático tenías que acreditarte con la Agencia Estatal (ANECA) con el nuevo texto aprobado esa acreditación se puede hacer por cualquier agencia autonómica. Esto va a romper la equidad porque va a haber criterios de evaluación diferentes en función de las Comunidades Autónomas y si estamos hablando de un único cuerpo funcionarial yo creo que no tiene ningún sentido que para al acceso a ese cuerpo funcionarial los criterios sean diferentes. Esto rompe el principio de unidad y rompe algo esencial que es mantener una coherencia en los cuerpos funcionariales en la función pública docente. Esto es grave y, de hecho, lo denunció hasta la anterior directora de la ANECA que había sido nombrada por Castells. Es verdad que da más autonomía pero en este sentido es negativo. La otra cosa es que apuesta por la laboralización y porque la Comunidades Autonómicas establezcan su propia carrera docente con casi total libertad. La ley deja abierta que la figura del profesor contratado doctor se la llame de otra manera en las Comunidades Autónomas, se supone que a nivel estatal se mantendrá. Pero eso tiene el problemas de cómo vamos a homologar los tipos de plazas de una comunidades autónomas a otras. Ya existen problemas porque en Cataluña y País Vasco se han inventado algunos nombres de plazas diferentes de los que hay a nivel estatal. Podría ocurrir que cada Comunidad Autónoma cree los suyos. ¿Cómo vamos a homologar unas y otras? Dar más autonomía en ese aspecto no es positivo.

Al final queda una carrera docente aún más compleja

Exacto, es más caótico. Esta parte de la ley es casi de lo peor. Porque el sistema universitario queda fragmentado. La ley se llama Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU) y tendría que ser español y, más bien, va a ser Ley Orgánica de los Sistemas Universitarios…

De los 17 sistemas universitarios…

Es unos los problemas graves de la ley… no solamente no soluciona la cuestión de la carrera docente sino que lo agrava porque va a ver muchos más caos y va a generar problemas de homologación. ¿Qué pasa con un profesor que está acreditado a una figura de profesorado que sólo existe en una Comunidad Autónoma? ¿Cuándo se quiera trasladar a otra Comunidad Autónoma qué va a ocurrir? Habrá que hacer una serie de equivalencias entre plazas de un sitio y otro… yo espero que las Comunidades Autónomas sean razonables y hagan una regulación más o menos homogénea.

“Lo mejor que podría ocurrir es que se derogue cuanto antes”

¿Esto puede agravar aún más el exceso de endogamia que sufre la universidad española?

El trasladarse de una comunidad a otra va a ser aún más complicado. Además algunos mecanismos que se exigían en el texto original para presentarse a las plazas como era estar antes en otra universidad, justificar tu estancia en otro lugar antes de llegar a la universidad en la que quieres optar a plaza, estas cosas positivas, se han ido eliminando.

Es muy triste, y la ley lo mejor que podría ocurrir es que se derogue cuanto antes porque tiene muchos problemas y no la veo mejorable, habría que volver a lo que había antes y modificarlo en un sentido distinto de lo que se ha hecho.

¿Se ha hecho esta ley con prisas y con un sesgo muy ideológico?

Yo creo que el problema no es tanto la prisa porque al principio parecía efectivamente que empezaba con mucha prisa, en la época de Castells, y luego se ha parado un poco. Lo que ha pasado es que el texto que llegó al parlamento era mejor que la ley que ha salido del parlamento. La ley que había elaborado el ministerio, no me gustaba tampoco, pero era algo mejor. Pero en el parlamento al tener que ir aceptando enmiendas de los socios de gobierno, sobre todo, de los independentistas, ha empeorado notablemente la ley. El producto final ha sido muy malo. Creo que no va a ayudar a mejorar las universidades sino al contrario. Ahora vamos a entrar en una vorágine de tener que adaptar nuestras normativas internas a esta nueva ley y vamos a estar las universidades bloqueadas durante unos años en los cuales no se sabe si se va a poder sacar plazas que tendrán que esperar a que se regule desde el punto de vista normativo y menos mal que en el Senado se incluyó esa disposición transitoria en la cual se permite que las plazas que se vayan aprobando en 2023 se puedan desarrollar con la normativa anterior. Pero no es suficiente, porque no va a dar tiempo este año, tenido en cuenta que este año hay elecciones autonómicas y los parlamentos autonómicos nuevos van a tardar en constituirse. Así va a ser imposible que este año estén aprobadas las leyes autonómicas y si no están aprobadas tampoco van a poder estar aprobados los estatus de cada universidad. ¿Qué va a pasar con el profesorado? Va a haber un bloqueo de 2 años o más en el que no van poder sacarse plazas. Esto es un desastre. Salvo que se acabe estableciendo algún tipo de disposición que prorrogue la situación excepcional y que permita sacar plazas con la normativa anterior, que de momento no se ha dicho nada de eso, la situación actual no es nada alentadora.

“Hay un problema de madurez humana e intelectual”

Existe la tentación de pensar que los sistemas educativos pasados eran siempre mejores (que probablemente lo fueran), existe la tentación de volver a un tiempo pasado pero el sujeto ha cambiado. Los jóvenes son frágiles, dominados por un narcisismo y a los alumnos le cuesta volver a la presencialidad.

La pandemia ha sido un elemento que ha impactado muchísimo. En las universidades presenciales se ha notado más dispersión por lo que me dicen mis compañeros. La pandemia ha impactado y aparte hay un problema de falta de interés y de dificultades de concentración de los estudiantes que están muy dispersos por la influencia de los redes sociales, los smartphones… están acostumbrados a estar en cuatro cosas a la vez y no estar en ninguna.

Y estar concentrados en algo que no le ven utilidad inmediata les cuesta. Hay personas que eligen una carrera por su propio nombre. Por ejemplo, Informática porque les gustan los ordenadores y cuando estudian Informática se da cuenta que hay Matemáticas, Física, Estadística… cosas que no se esperan y dicen “¿Esto para qué me vale si yo lo que quiero es informática?”. No se dan cuenta de que hay una formación humana e intelectual que ayuda a contextualizar y que requiere un esfuerzo mayor y tienes que estar dispuesto a hacer ese esfuerzo. Efectivamente, hay un problema de madurez humana e intelectual de personas jóvenes que llegan a la Universidad y que obligan a un esfuerzo suplementario a los docentes para que los estudiantes, aunque no vean un fruto inmediato de su esfuerzo, se sientan motivados. Luego es verdad que probablemente los profesores universitarios tengamos que adaptarnos. Tenemos un reto con la inteligencia artificial. El tema de los trabajos a los alumnos no sé si vamos a poder seguir haciéndolo, aunque tengamos herramientas anti plagio porque si la IA trabaja bien podrá se indetectable a herramientas anti plagio. Hay que plantearse un montón de cosas. Y a lo mejor hacer más exámenes orales aunque suponga más esfuerzo en tiempo y preparación. Son retos que la Universidad tiene que afrontar y puede que tengamos una especie de revolución por parte de las herramientas tecnológicas en los próximos años. Que provocan también en la gente más joven un problema de inmediatez. Ellos quieren todo de modo inmediato y si no ven esos frutos de modo inmediato hay desmotivación y falta de concentración. Esto no es un problema que se soluciona con la ley sino probablemente con metodologías diferentes. Y los docentes tenemos que revisar nuestro modo de enfocar la docencia.


Carlos Vidal Prado, Catedrático de Detecho Constitucional en la UNED, es Doctor en Derecho por la Universidad de Navarra y es Profesor del Máster en Derecho Constitucional y Ciencia Política del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales y la UIMP.

Ha desempeñado diversos puestos técnicos en la Administración Pública y ha realizado labores de Asesor parlamentario en el Congreso de los Diputados. Además posee amplia experiencia en diferentes puestos de responsabilidad en gestión educativa.

 

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