Tractores y estado de ánimo
Las tractoradas que bloquean las carreteras tienen el sello de las protestas potsmodernas: están alimentadas, sobre todo, por un estado de ánimo. Los agricultores y ganaderos se sienten solos, incomprendidos, hartos. Cortan carreteras expresando un malestar que no se acaba de concretar en peticiones concretas. Las protestas que recorren desde hace meses el Viejo Continente nos han hecho caer en la cuenta de que la Política Agraria Común, que absorbe el 30 por ciento del presupuesto comunitario, tiene muchos agujeros después de la reforma de 2023.
El objetivo de proteger el Medio Ambiente impone, entre otras cosas, barbechos, prohibición de algunos productos fitosanitarios y una burocracia asfixiante. Los agricultores han conseguido poner encima de la mesa la necesidad de flexibilizar la PAC. Pero hay problemas más complejos.
La Unión Europea importa de otras regiones del mundo productos del campo para terminar de abastecerse. Esos alimentos se producen con sueldos más baratos, con subvenciones y con menos exigencias de seguridad sanitaria. Se ha creado un mercado alimentario a dos velocidades: los productos no europeos son más baratos y de peor calidad, los productos europeos, en principio son más caros pero de mejor calidad.
Al menos es necesario que la información para el consumidor sea precisa. Hay que valorar hasta qué punto es conveniente una globalización total de la agricultura: el COVID y la guerra en Ucrania nos ha hecho caer en la cuenta de que estar abastecidos por terceros países no siempre se puede dar por descontado. Son problemas complejos que requieren diálogo, huir de la instrumentalización partidista y seriedad por todas las partes.
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