Subsidiariedad en Cuba

El experimento, porque de esto se trata aún, ha tardado más de un año en superar las barreras, se une a la burocracia de partido, pero al final una nutrida patrulla de cooperativas ha llegado a la meta, aunque agotadas, y en julio las puertas de algunas decenas de actividades comerciales sustraídas del control del Estado se han abierto al público cubano. Hablamos de las cooperativas no agrícolas, las establecidas por la reforma económica que quiso en 2011 Raúl Castro tuvieron que introducir, en actividades tradicionalmente públicas y bajo la égida del Partido Comunista y de sus afiliados, un viento de libertad de empresa.
Leyendo la lista de las licencias, sorprende ver entre las cooperativas acuñadas unos 99 mercados de alimentos nuevos, 12 empresas de construcción, 5 transportes de pasajeros, incluso escolares, 2 dedicadas al reciclaje y a la recuperación de materias primas.
Lo que supone una novedad es que el gobierno haya dado espacio a nuevas cooperativas después de haber reconocido que la gestión del estado no ha sido suficientemente eficiente en estos mismos sectores; vaya por descontado que observará con atención cómo se moverán las nuevas realidades económicas que determinarán por sí mismas los precios de mercado casi en la totalidad de los productos de su competencia, excepto el arroz, las judías y las patatas que, junto con el tabaco están entre los alimentos de mayor consumo entre los cubanos.
Otras 71 cooperativas seguirán este primer paso de las 124 pioneras, reforzando su presencia en el pequeño comercio, en la gastronomía, con oficinas mecánicas para las reparaciones, en ventas al por menor y, quién sabe por qué en ornitología (ya 17 coopertivas).