Somos, todos, los de las cicatrices
La pareja ha dado las gracias. La pareja Pablo Iglesias e Irene Montero han dado las gracias en una carta a los médicos y a las enfermeras que han sacado adelante a sus dos hijos que nacieron demasiado pronto. Han dado las gracias a sus rivales políticos, dicen que algunas de las palabras más hermosas, algunos de los abrazos más sinceros, algunos de los consejos más provechosos, vinieron de sus adversarios políticos. Han dado Irene y Pablo las gracias a los que han rezado por los niños aunque ellos dicen ser ateos.
“Somos ateos –han escrito– pero explicaremos a nuestros hijos que nuestros amigos creyentes rezaron por ellos. Nos consta que la Virgen del Tránsito, Santa Rosa de Viterbo y Santa Maria Liberatrice fueron interpeladas (y nunca se sabe…). Hay pocos gestos de amor y amistad más hermosos. Enseñaremos a nuestros hijos que sean siempre respetuosos con el que piensa distinto porque la humanidad, la decencia y la amistad no son el patrimonio exclusivo de ninguna causa”.
No es poco, más bien me parece mucho porque en España no solemos dar las gracias por nada, porque en España, a menudo, lo primero y lo último es la queja y el lamento contra los médicos, contra los políticos, contra el empedrado y contra el destino. ¿Es todo no estar de acuerdo políticamente en casi nada con Pablo e Irene? Dicen Pablo e Irene que les queda una cicatriz llena de amor por sus hijos. En esto estamos de acuerdo, somos los de las cicatrices.