Sánchez necesita a Franco vivo

El Gobierno está de celebración por los 50 años del fallecimiento del dictador. Ya puestos a celebrar actos culturales animaría al Presidente a leer la obra «Franco: Una biografía personal y política» (Espasa) de Stanley G. Payne y Jesús Palacios. También son muy aconsejables, aunque difíciles de conseguir, las memorias de Julián Marías. En todo caso, el Presidente tiene abundante y variada bibliografía de distinta sensibilidad y con historiadores de prestigio: el propio Payne, Beevor, Preston, Santos Juliá… Sin embargo, me temo que lo que busca Sánchez no es instruirse sobre el tema ni aumentar el conocimiento de los españoles sobre esa época. Ya que los actos conmemorativos se pagan con el dinero del contribuyente no es cosa para bromas.

¿Por qué esta celebración? La muerte del dictador no supuso, ni mucho menos, el inicio de la democracia. Parecerían fechas más «razonables» la conmemoración de la Constitución (que ya se celebra) o el aniversario de las primeras elecciones democráticas tras su fallecimiento. Una de las lecturas más inteligentes me ha parecido la de Andrés Trapiello donde afirmaba en una columna que tanto Sánchez como Franco necesitan un enemigo para subsistir. Por ahí pueden ir los tiros. En esa misma columna el escritor ha defendido que todas las víctimas de la Guerra Civil son igual de dignas. El presidente necesita que hablemos de Franco para entonces acusarnos de franquistas y presentarse él como víctima de la extrema derecha y defensor de la democracia. Es una vía peligrosa que muestra cierto grado de desesperación.

Por eso es una trampa quedarse enfrascado en valoraciones sobre las luces y sombras del franquismo. El régimen donde se inició un despegue económico, donde un sector de él lideró la transición y que al mismo tiempo, como denunciaba Julián Marías, no se mostró generoso con los vencidos cometiendo muchas y sonoras injusticias (por ejemplo, la encarcelación de Julián Besteiro, poco después fallecería enfermo en la cárcel, que siempre defendió la paz y permaneció en Madrid con su pueblo cuando ya la mayoría de los dirigentes del Frente Popular huían). Todo esto muy interesante y daría para diez artículos. ¡Qué es lo que quiere Sánchez! Sin embargo, lo más destacable es el perdón que nos dimos los españoles. ¡Y eso sí que es para celebrarlo! Podríamos preguntar en Irlanda del Norte, en los Balcanes… si es obvia la reconciliación. No hay que dar por supuesto que un pueblo la logre.

En este sentido es positiva la aportación de Libres e Iguales en su manifiesto «Contra Franco: la Constitución es la única celebración posible» donde se afirma que: La inmensa mayoría de los españoles decidió dejar atrás definitivamente una guerra y una dictadura en la que no pocas de sus víctimas habían sido victimarios, en la que el dolor de unos no se podría comprender ni perdonar sin perdonar y comprender el de los otros. En el mismo manifiesto se dice que los españoles ya estamos reconciliados. Tenemos amigos de derecha, de izquierda, ateos, creyentes de distinta confesión… y no hacemos un problema de ello sino que percibimos la pluralidad como un instrumento valioso.

Muchos mártires en la Guerra Civil fueron asesinados y murieron perdonando. Esa fue una semilla que gracias a la libertad de españoles de uno y otro bando permitió la reconciliación después de una triste e innecesaria Guerra Civil. Es un milagro en nuestra historia reciente. ¡No lo desperdiciemos! Seguro que Julián Besteiro lo hubiera celebrado.

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