Rusia y Occidente, en lugar de los ucranianos

España · Carl Larky
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17 abril 2015
Por decimotercera vez, Vladimir Putin apareció en televisión para responder las preguntas de los rusos. Llegaron más de tres millones y Putin respondió a 70 durante casi cuatro horas en directo. Un uso indudablemente “propio” del medio televisivo que, si bien no es precisamente en sí mismo un indicador de la democracia del sistema, indudablemente es un gran instrumento de propaganda, totalmente a la par que sus interlocutores occidentales, basta pensar por ejemplo en los discursos del presidente norteamericano. De hecho, su nivel de apoyo parece hacer todo menos reducirse, a pesar de la complicada situación que vive el país.

Por decimotercera vez, Vladimir Putin apareció en televisión para responder las preguntas de los rusos. Llegaron más de tres millones y Putin respondió a 70 durante casi cuatro horas en directo. Un uso indudablemente “propio” del medio televisivo que, si bien no es precisamente en sí mismo un indicador de la democracia del sistema, indudablemente es un gran instrumento de propaganda, totalmente a la par que sus interlocutores occidentales, basta pensar por ejemplo en los discursos del presidente norteamericano. De hecho, su nivel de apoyo parece hacer todo menos reducirse, a pesar de la complicada situación que vive el país.

Buena parte de las preguntas, y de las respuestas de Putin, se concentró obviamente en la situación del país, y el presidente ruso trató de tranquilizar a sus conciudadanos, sin negar por otro lado las dificultades. Putin reconoció los daños producidos en la economía rusa por las sanciones impuestas por Obama, que según él durarán aún varios años y que no tienen nada que ver con Ucrania sino que son solo un movimiento político contra Rusia.

Pero Putin aseguró que las sanciones al final reforzarán a Rusia. Una declaración de fe en la fuerza del país por un lado, una demostración de ese patriotismo que celebró como muy positivo en otra respuesta, poniéndolo en contraposición con la negatividad del nacionalismo. Por otro lado, la apertura a todos esos Estados que quieran aceptar su oferta de colaboración, incluidos los Estados Unidos, aunque en su opinión estos últimos “no buscan aliados sino vasallos”, cosa que Rusia no puede aceptar. Sobre los USA, Putin también ha afirmado que el nivel de su deuda pública es fuente de preocupación para toda la economía mundial.

Por lo que a política internacional se refiere, destacaron dos temas importantes: Irán y Ucrania. La decisión de Putin de suprimir el embargo para entregar a Irán los sistemas antimisiles S300, grosso modo el equivalente a los Patriot americanos, suscitó cierta perplejidad en EE.UU e Israel. El contrato se remonta a 2007, pero quedó bloqueado en 2010 por las sanciones contra Irán por la cuestión nuclear. Ahora Rusia sostiene que, al tratarse de un sistema defensivo, el S300 no está incluido en el embargo.

Para Putin se trata de un acto de distensión hacia Teherán para facilitar el acuerdo que se está discutiendo, que debería impedir a Irán construir una bomba nuclear al menos durante la próxima década. Putin considera que el valor defensivo de los sistemas antimisiles representa un elemento de estabilidad en la zona y eso debería tranquilizar también a Israel, descartando así la objeción de que sería mejor esperar a que el acuerdo estuviera efectivamente firmado. También hizo referencia a que en Oriente Medio los USA están vendiendo muchas más armas que Rusia.

Es evidente que el objetivo de este movimiento es reforzar la posición de Rusia en esta zona neurálgica, lo que nos permite intuir el papel que Moscú probablemente ha desempeñado en las negociaciones entre Irán y Estados Unidos. Pero Putin destacó también los aspectos económicos del asunto, puesto que están en juego casi mil millones de dólares, citando los porta-helicópteros Mistral, cuya entrega a Rusia está bloqueada por Francia. A propósito de esto, Putin, señalando que Rusia puede organizar muy bien su defensa sin los Mistral, afirmó que los contratos están para respetarlos, y que espera que Francia devuelva a Moscú todo lo que ha pagado. También para los rusos, business is business.

El discurso sobre Ucrania fue también lineal y, en cierto sentido, “abierto”. Ante una pregunta concreta sobre este tema, Putin declaró que rechaza totalmente una guerra con Ucrania y negó haber recibido del presidente ucraniano Poroshenko la oferta de anexión del Donbass. Rusia espera el cumplimiento total de los acuerdos de Minsk y acusa al gobierno ucraniano de aplicarlos con lentitud, sobre todo en lo que se refiere al levantamiento del bloqueo económico y el pago de sueldos y pensiones. Luego añadió las habituales declaraciones rituales sobre la no presencia de militares rusos en territorio ucraniano. En resumen, la responsabilidad de la crisis ucraniana, para Putin, atañe solo a Occidente y al actual gobierno de Kiev, una versión quizás demasiado cómoda pero que sin duda hizo mella en sus oyentes.

Putin condenó también el homicidio de Boris Nemtsov, su opositor asesinado en febrero cerca del Kremlin, elogiando a los servicios de seguridad por la rapidez con que persiguieron y detuvieron a los asesinos, chechenos, pero declaró no saber quién estaba detrás del atentado.

Quizás el único punto del discurso en que Putin pareció ponerse a la defensiva, aunque enseguida volvió a ponerse al ataque denunciando a su vez como homicidio político el de Oles Buzina, periodista ucraniano filorruso que ese mismo día había sido asesinado en su casa en Kiev. Un homicidio que se produce pocas horas después de la muerte de un ex diputado del partido del depuesto Yanukovich, aunque en este caso aún no se ha descartado que pueda tratarse de un suicidio. Según la BBC, en los últimos tres meses han muerto al menos ocho aliados del presidente depuesto, y no en todos los casos se ha corroborado la hipótesis del suicidio. También según la BBC, en Ucrania varias fuentes contemplan como probable la implicación en estos hechos tanto de defensores como de opositores del gobierno actual.

Cada vez se hace más evidente que no es este resultado lo que movió a tantos ucranianos a salir a la plaza del Maidán hasta dar su vida. Ha llegado el momento de Occidente y Rusia dejen de ocupar el lugar de los ucranianos.

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