Entrevista a José Ángel González Sainz

Me preocupa que nos demos cuenta de la realidad

Cultura · Juan Carlos Hernández
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31 agosto 2024
El último libro de José Ángel González Sainz se titula "Por así decirlo". Conversamos con el escritor soriano, un maestro del idioma según Jon Juaristi, sobre su última obra.

Tengo la sensación que aquellos de tus personajes que tienen mayor capacidad de darse cuenta de la realidad (una persona con la que se cruzan, la expresión del rostro de otro, un paisaje, percibir una planta que tiene el macetero roto…) son precisamente aquellos que suelen decidir por lo virtuoso. ¿La fuerza de un sujeto está en su autoconciencia?

Te agradezco que hayas centrado bien una de las cuestiones que más me preocupan y ocupan literariamente: darse cuenta: darnos cuenta de la realidad. Verla primero, saber verla, querer verla (sospechar que algo real existe en realidad con alguna autonomía o desapego respecto a lo que decimos o mostramos de ello), y luego darnos una cuenta, darnos un relato, un lenguaje de ella. Ver la realidad, la realidad a secas, el dato pelado, el hecho efectivo, se ha vuelto poco menos que imposible en la gran realidad de nuestro disparadero de imágenes y blablablás, por buen nombre relatos, o dicho más vulgarmente, en nuestro apestoso y ubicuo montonazo de basura que incluye también cosas valiosas. Que haya o no algo real y efectivo, impepinable, tras la montonera de cáscaras vacías de nuestros usos del lenguaje y las imágenes parece algo superfluo u opcional: no hay más que tratar de afrontar con los oídos y los ojos atentos unos momentos de las infinitas ristras de publicidad o de propaganda política que machacan —y la palabra es exacta—día a día a las poblaciones.

Mi último librito, Por así decirlo, intenta arrojar alguna luz, una luz a veces tenebrosa, por humorística que pueda ser su lectura, sobre el horror, y el horror al vacío, de ese mundo en que vivimos. Como dices, hay algunos personajes, algunos momentos, que recogen una señal, una materialidad, un hecho, o bien una luz no sé si exterior o interior y se dan cuenta de algo, para empezar de la contradictoria realidad de las cosas, y después del amor al vacío, al fraude, a la mentira, a la charlotada y al dejarse arrastrar de una buena parte de las poblaciones. Frente a ello, tú ves en algunos de los personajes la fuerza de la autoconciencia y la búsqueda de lo virtuoso. Supongo que es así, aunque la capacidad del ser humano actual de autoengañarse y autoconvencerse de su virtud es infinita también. “El más truhán se lleva la mano al corazón, / y el bruto más espeso se carga de razón”, escribió Machado. En los peores momentos me parece que estamos gobernados, muy a gusto la mayor parte, por esos grandes truhanes con la mano en su corazoncito y por la razón de esos brutos más espesos. De eso hablan, creo, a su modo disparatado y caprichoso, las páginas de Por así decirlo.

En una conferencia reciente el sociólogo Víctor Pérez-Díaz hablaba de la cultura de la cancelación que imposibilita aprender del otro. En un momento de la historia, Carlos Fernández Zafra se encuentra con una vieja amiga “callando muchas veces y procurando no tocar ciertos temas ni emplear ciertas palabras”. ¿Nos falta poder conversar libremente sin que nos reduzcan a una etiqueta ideológica y detectar matices en la opinión del otro que nos permitan aprender?

Me da la impresión de que llamamos conversar, hablar o dialogar a cualquier cosa. Pero dialogar implica muchas cosas, entre ellas que es imposible dialogar con pedruscos de palabras. Y muchas de nuestras palabras tienen, en nuestro uso o abuso actual, esa radical naturaleza pedruscona. Con ellas se atiza al otro o bien tratas de esquivarlas si es el otro el que las emplea. Concebirse, por otro lado, como sujeto de escucha, es muy improbable porque sólo escuchan muchos o escuchamos el ruido de la pedrada en el cráneo o esqueleto ideológico o bien armadura ideológica de que nos hemos dotado como si fuera nuestro ser más íntimo,  y así no hay manera o no hay buenas maneras. Todo eso acaba mal, claro, como cuando de críos nos enzarzábamos a pelearnos a pedradas con los de la otra calle o el otro barrio.

Empiezas el libro diciendo que “todo acontecimiento verdadero revela siempre un horizonte nuevo, y hasta a veces completamente inimaginable”. Me parece que las cosas más importantes que nos suceden en la vida no las construimos nosotros sino que son como “regalos” que se nos dan como la mujer a la que amamos. Pero ¿hace falta educar la atención para poder tener sensibilidad frente a estos acontecimientos verdaderos? ¿Cómo se educa esta atención ante la realidad?

Lo que citas lo recojo de Hannah Arendt y el lector interpretará luego su contenido a partir de las cosas que suceden en la historia que se cuenta, del acontecimiento que se produce, a partir del cual a su vez es posible interpretar nuestro presente y espero que muchos más presentes en el futuro y también en el pasado. Es decir que lo que se produce y cuenta en el libro es algo de siempre: disfrutar con lo peor, preferir lo peor, dejarnos arrastrar tan contentos por lo más nocivo e inconveniente, refocilarnos en la charca de la farsa como en el mejor de los mundos. Pero tú le das la vuelta y ves el lado luminoso del don de la vida como el mayor y verdadero acontecimiento que, así entendido, podría transformarlo todo. Supongo que es así, y eso es crucial, pero en el libro el acontecimiento que se produce en la historia es la farsa, lo que hace irrupción es la farsa, la sustitución, el gato por liebre. En fin, se cuentan unas historias más o menos disparatadas y el lector tiene que ver qué le dicen, y desde luego espero que le puedan decir muchas y variadas cosas mientras se ríe, porque es de risa, de risa antes o después de llorar.


José Ángel González Sainz es el director cultural del CIAM, Centro Internacional Antonio Machado, es una institución cultural académica, creada al abrigo de la FDS, Fundación Duques de Soria, cuyo objetivo es la enseñanza de la lengua y la cultura españolas desde la perspectiva humanística y con claves afectivas y dimensión social.


J. A. GONZÁLEZ SAINZ

Por así decirlo.

Anagrama. 160 páginas. 16,9 €

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