`Los partidos han perdido el contacto con la realidad`

España · PaginasDigital
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31 mayo 2018
“Los problemas, a los que nos enfrentamos son estructurales, no coyunturales. Es necesario regenerar la vida política, hay que inventar un nuevo relato para poder salir de esta situación”, afirma Pedro Cuartango.

Usted ha escrito recientemente en un artículo que “los dos grandes partidos se han quedado sin relato […] no son capaces de ofrecer alternativas ilusionantes a sus bases electorales”. ¿Qué medidas de regeneración serían necesarias?

La vida política española y por extensión también europea necesita medidas de regeneración muy importantes, casi drásticas, porque los partidos se han esclerotizado. Han perdido el contacto con los electores y también diría que con la realidad. Entonces, primero los partidos en España funcionan por mecanismos de selección adversa, las cúpulas se encargan de promocionar a las personas menos brillantes, más mediocres, con lo cual ha habido un empobrecimiento del liderazgo muy importante desde la Transición. Los partidos seleccionan a las personas más disciplinadas, más fieles a las cúpulas, y no a los mejores. Luego es muy importante el tema de la democracia interna. Los partidos en España carecen de democracia interna en la práctica. Se limitan a hacer un congreso cada cuatro años y ya está, pero es imposible que haya críticas y debates internos, porque los aparatos controlan escrupulosamente toda la estructura del partido. Y también hay otro problema muy importante, como es la financiación. Ahora mismo, los partidos prácticamente se financian con las subvenciones que les da el Estado a través de distintos mecanismos, como por ejemplo el voto en las elecciones, y también se financian de manera no transparente, recibiendo –“cohechos” sería la palabra– de los empresarios, y eso es muy obvio en los dos grandes partidos, y es evidente que habría que hacer una ley de financiación de los partidos para que sea más transparente y que permita eliminar este tipo de fraudes.

¿Es posible entender el momento actual (caída del bipartidismo, desafío independentista en Cataluña, el cuestionamiento de la Unión Europea…) sin entender que ha cambiado la sociedad? El Papa Francisco habla de un cambio de época.

Estamos en un momento de crisis, y crisis significa transformación, cambio. Porque confluyen muchas razones, no solo una. Hay razones de tipo económico, la crisis económica ha impulsado un profundo cambio de mentalidad, todo lo que es el cambio tecnológico de la información, las redes sociales… Hay profundos cambios sociológicos y por tanto también hay profundos cambios políticos. El hecho es que en estos momentos yo veo una especie de disociación entre las estructuras políticas, las instituciones, y los ciudadanos. Se ha producido una fractura, y como consecuencia ha emergido el populismo, hay brotes de xenofobia de nuevo en Europa, y también hay un profundo descrédito del proyecto europeo. La Unión Europea ha aglutinado el desarrollo económico y político de Europa durante el último medio siglo, y eso ha entrado también en profunda crisis. Es verdad, existe una especie de grieta, de abismo, en el que están sumidos los países de la UE y hay que buscar un nuevo impulso, hay que volver a regenerar la vida política, hay que inventar un nuevo relato para poder salir de esta situación.

Esto describe la aparición de Podemos.

Cuando surge Podemos, a partir del movimiento de los indignados, hay un profundo descontento en la sociedad española con los partidos tradicionales y Podemos acierta a diagnosticar los males. El diagnóstico de la enfermedad es correcto. El problema es que luego, cuando se han convertido en un partido con representación parlamentaria y con poder, se han equivocado en la receta. Y luego tiene un problema de falta de ejemplaridad de sus dirigentes. Podemos está continuamente aplicando un doble rasero, muy exigente para los demás y totalmente laxo para ellos. Los dirigentes de Podemos han perdido toda su credibilidad, han dilapidado todo el capital que tenían respecto a su pregunta.

¿Hemos sabido dar respuesta el deseo de una política buena y el interés por la política, que ahora parece verse frustrado en parte, que se suscitó en muchos jóvenes a partir del 15M?

Es cierto que generaron una ilusión que obedecía a causas objetivos, al descontento social, que los ciudadanos no se sentían representados en los partidos tradicionales, pero creo que esa sensación persiste todavía, ese malestar, ese querer un cambio, la sociedad sigue pidiendo una regeneración. El problema es que nadie ha sido capaz de dar una respuesta satisfactoria a esas inquietudes de la sociedad. Evidentemente, se ha recuperado interés en la política, porque la política es la única forma de cambiar las cosas, no hay otra. El problema está en que los partidos en estos momentos son incapaces de pactar, de abordar los problemas que requiere la sociedad española, y están enfrascados en una lucha por el poder, en un debate puramente semántico, y ningún partido tiene en este momento alternativas ni propuestas para sacar a la sociedad española de su crisis. Hay muchas cosas que hacer: reforma de la justicia, reforma de la educación, impulso de la competitividad, reforma del sistema fiscal… Muchas cosas que están ahí pero que no se llevan a cabo porque los partidos ni quieren ni pueden ni saben. Hay una crisis evidentemente de representación política. Al final es eso. Y los partidos emergentes no han podido solucionarla.

Ahora se habla mucho de Mayo del 68. ¿Podría existir algún elemento común con el momento actual?

Es muy difícil que se repita. Mayo del 68 fue una “revuelta ilustrada”, de la gente que leía libros. Es una boutade pero tiene algo de cierto. Fue una protesta sobre todo de los estudiantes contra el sistema establecido, contra una forma de vivir, unas estructuras políticas. Yo creo que ahora la situación es muy distinta. No creo que se pueda repetir un estallido de cólera popular o una revuelta estudiantil como aquella. El paralelismo es que hay un malestar social, un escepticismo respecto a los partidos políticos, pero hay muchas diferencias. La situación de Mayo del 68 en Europa era muy distinta de hoy. Por ejemplo, en Mayo del 68 hubo influencia de los partidos maoístas, todo eso ya ha desaparecido.

¿Cómo valora que el señor Torra haya cambiado los cuatro consejeros huidos y presos?

Evidentemente, Torra no podía seguir en esa dinámica. Si no cambiaba su actitud, el gobierno mantenía indefinidamente el artículo 155. Era obvio, todo esto tiene trampa. Torra sabía perfectamente que el Estado no iba a sacar a esas cuatro personas, pero ha hecho ese gesto, y al cabo de 10-15 días ha cambiado y ha aceptado que tiene que nombrar a otros para poder gobernar. En cualquier caso, el problema no se resuelve para nada. Lo que tenemos es un gobierno insurgente presidido por una persona xenófoba en Cataluña, frente al Estado. Lo que va a pasar ahora es que vamos a entrar en una guerra de desgaste. El gobierno de Cataluña va a tirar de la cuerda sin romperla. Creo que vamos a una etapa de continuas provocaciones del gobierno de Torra, pulsos al Estado, para llegar hasta donde puedan llegar, porque no quieren ir a la cárcel, pero en cualquier caso el problema no se resuelve. Es como lo que decía Ortega sobre Cataluña, que estamos condenados a vivir con el problema catalán como con una úlcera de estómago: no te mata pero no se puede curar. Y así creo que vamos a seguir desgraciadamente muchos meses y algunos años.

Existe, por parte del nacionalismo, un discurso victimista perverso.

El nacionalismo ha utilizado y utiliza en su discurso el agravio. El nacionalismo se basa en una ideología victimista. España nos roba, nos oprime, no nos deja desarrollar nuestras potencialidades, aborta nuestra cultura… un victimismo permanente, pero es absolutamente falso en todos los sentidos. Solo en el aspecto económico, actualmente la balanza fiscal es muy favorable a Cataluña, que hoy recibe más dinero del Estado español que el que aporta. Por ejemplo, en las pensiones del año pasado había un déficit en Cataluña de cuatro mil millones de euros entre la aportación y las pensiones, que naturalmente paga el Estado español. Por tanto, eso es una falacia. El discurso victimista se basa en una falsificación de la historia y en una falsificación de la realidad.

Pero este discurso ha calado y el Estado ha desaparecido en Cataluña desde los comienzos de la democracia.

Esa es la razón de todo lo que está pasando, que el Estado ha hecho dejación de sus responsabilidades. Tanto el PP como el PSOE, a cambio del apoyo de Pujol en Madrid, le dejaron hacer, con continuas concesiones. Por tanto, el nacionalismo ha ido construyendo un relato poco a poco durante treinta años, como una lluvia fina que va calando, por el que España es un Estado expoliador y ellos sus víctimas. Insisto en que eso es una falsificación, y efectivamente la causa es la ausencia del Estado en Cataluña. El Estado ha renunciado a tener presencia en Cataluña, no solo política sino de peso intelectual, de presencia física. El Estado no está en Cataluña, está totalmente ausente, y eso te lo dicen todas las personas que no son nacionalistas, que se sienten totalmente marginadas por el Estado, que se sienten faltas de apoyo del Estado español.

Volvemos al relato del que hablábamos.

También ha faltado relato. Es que si uno va a Cataluña, allí solo escucha el relato nacionalista, independentista. Para eso está TV3, los medios públicos que controlan, y solo hay un relato. No se han escuchado otras voces. Hasta ahora, hasta hace muy poco tiempo, hasta que se produjo aquella gran manifestación con Vargas Llosa y Borrell, hasta ese momento los no nacionalistas no habían salido a la calle, y eso se debe en gran parte a que el nacionalismo ha colonizado todas las instituciones, los medios de comunicación, se ha hecho dueño de la calle, y por tanto de aquellos polvos vienen estos lodos.

Será necesario aplicar la ley pero ¿es suficiente?

Es evidente que hay que aplicar la ley, pero también es evidente que esto no se va a solucionar con medidas de vuelta a aplicar el 155, con medios puramente legales. Tendrá que haber algún tipo de negociación política, pero para eso también los nacionalistas tienen que asumir que tienen que cumplir la ley. Lo que no se puede hacer es negociar en posición de rebeldía. Si ellos no aceptan la ley, no se puede negociar. Habrá que negociar sin condiciones previas pero sobre la base de que ellos tienen que acatar la ley, no pueden exigir al Estado, como están haciendo a Rajoy o al presidente del gobierno que se siente en la mesa, que ellos no renuncian a seguir un calendario y una hoja de ruta que es abiertamente ilegal.

¿A qué se refiere cuando habla de negociación política?

La verdad es que es difícil porque el estatuto de Cataluña ya ofrece un marco de autogobierno bastante importante, pero se puede negociar sobre los símbolos, sobre algún tipo de transferencias que todavía no se han materializado… no lo sé. Yo no sé cuál es la solución política pero tiene que haberla, porque si no se sientan a hablar, si no hay una solución política, seguiremos así dentro de diez, quince, veinte, treinta años.

¿No sería necesario también reconquistar un relato?

Por supuesto, pero no es incompatible sentarse con el independentismo catalán para hablar con que el Estado renuncie a tener una presencia en la vida política catalana. No es incompatible con crear allí algún tipo de fermento que vaya desarrollando y transmitiendo otra versión alternativa a la del nacionalismo. El Estado tiene que estar políticamente presente, intelectualmente presente, se tiene que visualizar que Cataluña es una comunidad del Estado español, eso hay que hacerlo, pero también habrá que negociar con los nacionalistas porque si no, yo no veo solución.

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