Los mártires renuevan la Iglesia

La película Un Dios prohibido ha puesto en el centro de la actualidad la persecución religiosa del año 36. ¿Qué provocó esa persecución?
La persecución religiosa que tiene lugar en España a partir de 1936 no es sino la continuación de la comenzada en 1931 por la política agresivamente laica de la Segunda República. De episodios tales como la quema de conventos de mayo de 1931, realizada ante la pasividad de las autoridades, se pasó a la matanza de religiosos en la revolución asturiana de 1934, y a la masacre masiva de 1936.
¿Cuál es el origen histórico de la violencia de los años 30?
La causa, como me contó en su día un antiguo combatiente comunista, es muy sencilla: el sacerdote decía que era más difícil que un rico entrara en el reino de los cielos que un camello por el ojo de una aguja, por lo que los pobres eran felices a pesar de ser pobres, pues ellos irían al reino de los cielos. Así era imposible hacer la revolución, motivo por el cual había que acabar con la religión, que era el opio del pueblo. El anticlericalismo predicado por buena parte del liberalismo radical español de la época no hizo sino agravar el problema.
La persecución religiosa se produce, sobre todo, en los primeros momentos de la guerra. ¿Es responsabilidad sobre todo de los milicianos?
En la persecución religiosa que tiene lugar durante la guerra participan, de una u otra forma, todas las formaciones que integraban el Frente Popular, salvo sus aliados del PNV. Las matanzas de sacerdotes y religiosos disminuyen a lo largo del conflicto por diversos motivos, tales como que ya se había matado a muchos y por tanto quedaban muchos menos a los que poder asesinar o que los supervivientes se habían ocultado como habían podido. Además el Gobierno de la República no pudo menos que ser sensible a la gran presión internacional ante estas matanzas de mujeres y hombres indefensos, lo que llevó a casos tan curiosos como el ocurrido en Barcelona poco antes de que cayese en manos nacionales, donde se celebró en público el entierro católico de un capitán de gudaris.
¿Qué valor histórico tiene el testimonio de los mártires?
La sangre de los mártires supone una renovación de la vida de la Iglesia, que saca fortaleza de su fe para resistir a situaciones como la habida en España durante la Segunda República y la Guerra Civil.