¿Le falta a Renzi realismo político?
En mi último libro, que lleva por título El laberinto italiano. Del fenómeno Berlusconi a la crisis actual (1994-2014) (Visión Libros, 2014) analizo las razones que han llevado a Italia a la crisis actual. En él explico que algunas de las propuestas que hace Renzi, como convertir el Senado en una Cámara de las Regiones, no son nuevas, sino que ya las hizo Romano Prodi en el año 1996, cuando derrotó por primera vez a Sivio Berlusconi (la segunda victoria tendría lugar en 2006). También analizo las razones que han llevado a la política italiana a convertirse en una auténtico laberinto sin salida posible, al menos de momento.
Resulta habitual pensar que el enésimo cambio de gobierno en Italia forma parte de su historia política reciente. Pero no es así. Italia vive una situación hasta ahora desconocida. Pensemos que durante treinta y cinco años (1945-80) el sistema descansó en el dominio abrumador de la democraciacristiana, donde las principales figuras (Alcide De Gasperi, Aldo Moro, Giovanni Leone, Giulio Andreotti o Francesco Cossiga) alternaban el estar al frente de un ministerio con directamente presidir el Consejo de Ministros. Es cierto que a comienzos de los ochenta el sistema vivió un cambio con la entrada de más fuerzas políticas (configurando los llamados ´pentapartitos´, gobiernos apoyados por cinco partidos diferentes), pero todo seguía funcionando sobre la base de una democraciacristiana que gozaba de un suelo electoral siempre por encima del 30% de los votos.
Sin embargo, desde la crisis del sistema de partidos hemos tenido primeros ministros ´técnicos´ (Carlo Azeglio Ciampi, Lamberto Dini o Mario Monti), ´outsiders de la política´ (el caso más claro es Silvio Berlusconi, que hasta 1994 se había dedicado exclusivamente al mundo empresarial) e incluso líderes improvisados traidos de la universidad (Romano Prodi, por ejemplo). Pero la nueva realidad política abierta a partir de 1994 se basaba en la existencia de dos coaliciones fuertes, el centroderecha y el centroizquierda, que vendrían a representar una suerte de bipartidismo.
Lo cierto es que durante años hubo un Primer Ministro que se apoyaba en un partido fuerte que a su vez contaba con alíados importantes: Silvio Berlusconi, con una Forza Italia que hacía coalición con la Alianza Nacional de Gianfranco Fini y la Liga Norte de Umberto Bossi; Romano Prodi, con un Partido Democrático de la Izquierda que conformaba un bloque con la Refundación Comunista de Fausto Bertinotti y los Demócratas de Izquierdas de Massimo D´Alema. Así fueron capaces de alternarse durante nada más y nada menos que 17 años: de 1994 a 1996, el centroderecha; de 1996 a 2001, el centroizquierda; de 2001 a 2006, de nuevo el centroderecha; de 2006 a 2008, vuelta al centroizquierda; y, finalmente, de 2008 a 2011, la última etapa del centroderecha en el poder.
Pero con la intervención y obligada dimisión de Berlusconi a finales de 2011, todo este sistema se vino abajo. A partir de ahí, mucha más inestabiilidad, y tres primeros ministros (Mario Monti, Enrico Letta y Matteo Renzi) en sólo dos años y medio, y además ninguno de ellos elegidos por los italianos. La pregunta es: ¿cómo espera Matteo Renzi sacar adelante reformas de tanto calado como la transformación del Senado, los cambios en el mercado laboral, la rebaja de la deuda nacional, la mejora de la competitividad o el cumplimiento de las exigencias de la moneda única, estando al frente de un gobierno de muy poco peso político que no tiene una amplia mayoría de gobierno y siendo en realidad un Primer Ministro que no sabía hasta hace unas semanas nada de la política nacional? ¿Cree Renzi que todo es cuestión de que haya una persona con mucha decisión al frente del Gobierno? Me parece que eso no es así. Tarde o temprano, conociendo la política italiana, llegará el momento de la ´emboscada política´, algo muy típico de la nación transalpina. Y, mientras, Renzi amenazando con su dimisión si sus reformas no se llevan adelante como si su persona no fuera tan prescindible como la de cualquier otro. ¿No les da la la impresión de que a Matteo Renzi le faltan buenas dosis de realismo político? Yo creo que sí, aunque el tiempo lo dirá.