La sabiduría del Antiguo Testamento

Mi tesis doctoral relacionada con la paz y la seguridad internacional fue juzgada por un tribunal, en el que el profesor ejercía como secretario, y recuerdo en ella un detalle que bien podría relacionarse con este libro. Es un pasaje de Isaías 32, 17: “El fruto de la justicia será la paz; el fruto de la equidad, una seguridad perpetua”. Es un solo un ejemplo de la grandeza y la sabiduría de los profetas del Antiguo Testamento, que han influido en nuestra cultura occidental. La profunda cultura bíblica de Francisco de Vitoria y de Hugo Grocio, fundadores del Derecho Internacional, es otro detalle a tener en cuenta. A veces se ha dado preferencia al legado de Grecia y Roma y se ha arrinconado al de Jerusalén. Incluso hubo una herejía en el cristianismo primitivo, la de Marción, que solo aceptaba como válido el Nuevo Testamento, pues olvidaba deliberadamente que las citas del Antiguo Testamento aparecen en todos y cada uno de los libros que lo componen. No me cabe duda de que el antisemitismo, especialmente activo en los últimos dos siglos, debe, en parte, su origen al desconocimiento del Antiguo Testamento. También se relaciona con la aparición de un antisemitismo cultural, que no llega a los extremos del biológico y racista del nazismo, pero que considera lo semita como dogmático, rígido, sin filosofía ni espíritu crítico. La Historia del pueblo judío de Ernest Renan es un conocido ejemplo.
Solo desde una visión un tanto superficial se puede sostener el argumento de que el Dios grande del Sinaí, según la conocida cita de Emilio Castelar, es incompatible con el Jesús del Sermón de la Montaña, un escenario en el que el mismo Cristo afirma que no ha venido a abolir la Ley y los Profetas (Mt 5,17). Tampoco quiere hacerlo esta introducción al Antiguo Testamento del profesor Ortega, que es, por encima de todo, una invitación a la lectura de los libros históricos, legislativos, proféticos y sapienciales de la Biblia. Introduce pasajes de estos libros, seguidos de breves comentarios, que nos invitan a profundizar en su lectura y a comprobar que las nociones de lo justo, lo bello o lo bueno están profundamente grabadas en la cultura del pueblo hebreo, algo que no sucede en la cultura de otros pueblos cercanos en el espacio y en el tiempo, que nos han dejado construcciones impresionantes o monumentos literarios universales, pero que no han sido capaces de hablarnos de un Dios clemente y misericordioso (Sal 144, 8 ).

Portada libro (ed. APRYO)
En una reciente conferencia sobre su libro en la que estuve presente, el profesor Ortega destacó la fuerza del imperativo de la conciencia en los profetas de Israel, un imperativo que lleva a los profetas Natán y Elías denunciar abiertamente la injusticia y la arbitrariedad de reyes como David y Ajab. Al escuchar al profesor, caí en la cuenta de que la fuerza de la denuncia profética está presente incluso en personas no creyentes, y me vino a la memoria el título de una novela de Arthur Koestler, un comunista húngaro antiestalinista de origen judío. Darkness at Noon. Koestler debió de tomar como inspiración esta cita del profeta Amós (8,9): “Sucederá aquel día, dice el Señor: haré que el sol se ponga al mediodía y cubriré la tierra de oscuridad en pleno día”. Es todo un juicio moral sobre el estalinismo en el que los ideales revolucionarios se han eclipsado.
En una cultura anglosajona, en la que al mismo tiempo no se descuidó el legado grecolatino, la Biblia hebrea está mucho más presente que en otras culturas de origen cristiano. Su influencia es destacada en los sermones protestantes o en una infinidad de obras literarias. En nuestras latitudes esa influencia ha sido bastante menor. Por eso, este libro del profesor Martín Ortega es muy recomendable. Es una puerta de entrada a un impresionante legado cultural, no solo religioso. Es una senda, como se dice en el epílogo, hacia “un manantial inagotable, lleno de verdad, inspiración y vida”.
Antonio R. Rubio Plo es autor de Retorno a la belleza. Grandes momentos del arte, la música y la literatura
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