La Roma de Ignazio Marino, al borde del caos absoluto
En realidad, los problemas vienen de mucho antes de que Marino se convirtiera en Alcalde de Roma, allá por la primavera de 2013. La desastrosa gestión de su anterior titular, el posfacista (así se considera a los miembros de la Alianza Nacional de Gianfranco Fini) Gianni Alemanno, entre los años 2008 y 2013, llevó a que Roma no sólo no fuera mal gestionada, sino a que incluso la Mafia llegara a infiltrarse en el centro del poder municipal. Lo que constituía toda una novedad en la Historia reciente de Italia, ya que el dominio natural de la Mafia ha sido tradicionalmente el sur de Italia y, en particular, la isla de Sicilia. Pero la realidad es que ahora está actuando con mucha fuerza en Roma, y ello ha llevado al colapso general de la ciudad.
El asunto concierne muy directamente al gobierno italiano por dos razones. La primera, porque la ciudad está bajo el control del Partido Democrático, el mismo que posee una mayoría de gobierno y además quien la ha venido gestionando desde 1993 a través de sus alcaldes Francesco Rutelli (1993-2001), Walter Veltroni (2001-2008) y, con el paréntesis de cinco años de Alemanno, Ignazio Marino (2013-2015). La segunda, que en 2016 se va a celebrar un Jubileo que atraerá numerosos peregrinos a Roma y Renzi sabe que esta es una ocasión magnífica para ´vender´ la capital del país como manera de relanzar a la nación transalpina y que sigan llegando las inversiones. Así que en estos meses que viene el Gobierno y el Consistorio romano deben ser capaz de revertir una situación que comienza a ser más que preocupante. Porque el asunto no se limita al simple funcionamiento de los servicios públicos, sino a todo lo que rodea a la ciudad, y lo cierto es que, sin ir más lejos, se han producidos dos incendios casi consecutivos en el aeropuerto de Fiumicino (el principal de la ciudad) que dejan el prestigio de Roma por los suelos.
Hay voces dentro del PD que han pedido la dimisión de Marino, médico de carrera y hombre de probada honestidad pero cuya capacidad de gobierno se encuentra muy en entredicho. Pero con la dimisión de Marino poco se lograría, ya que, como decimos, los problemas de la Ciudad Eterna vienen de mucho antes. Lo cierto es que el tema se ha convertido en toda una prueba para la eficacia de un gobierno, el de Matteo Renzi, que debe resolver este asunto cuanto antes ya que a la vuelta de la esquina espera la tan controvertida fase final de transformación del Senado en Cámara de las Regiones.