La lapa de la Moncloa

España · Juan A. Pérez Morala
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8 agosto 2024
Otro significado de la palabra “lapa”, es ser una “persona excesivamente insistente, inoportuna y pegajosa”, acepción que aquí también viene a cuento.

La “patella vulgata” o lapa común, es una especie de molusco gasteorópodo, de concha cónica y ovalada, cuya superficie presenta unas costillas radiales muy marcadas. Otro significado que el diccionario de la R.A.E da a la palabra “lapa”, es ser una “persona excesivamente insistente, inoportuna y pegajosa”, acepción que aquí también viene a cuento.

Contemplando el comportamiento de este gasteorópodo al tratar de “pescar” sin éxito, un ejemplar, intentando removerlo de su particular lugar rocoso, sólo lúdicamente y en clave vacacional, sin quebrar la ley protectora de estos moluscos, a cualquiera le puede venir, de modo casi invencible, la imagen de otra manifestación de lapa, un maquiavélico inquilino público, que presenta claras afinidades con el proceder del molusco ya someramente descrito.

En primer lugar, como primera afinidad, cuando la “patella vulgata” toma la roca de mar y se adhiere a ella, su despegue posterior de mano, y sólo a mano, de un pacífico veraneante más que pescador, se hace casi imposible. Otra cosa sería si, para ello, tan “ingenuo lobo de mar”, se sirve de alguna artimaña, o como ahora se dice, con harto abuso del vocablo, de una herramienta, algo así como una navaja marinera. Pero no es cuestión, porque tan cortante uso de medios de remoción, en el otro plano de las afinidades, lapa versus Sánchez, nos llevaría a admitir una convulsa forma de despegue de poder o golpe, que expresamente aquí se excluye.

Salvando la anterior derivada, siempre bajo bandera constitucional, con el inquilino de la gran “Roca de la Moncloa”, sucede como con la lapa común, porque una vez que la ha tomado y ha hecho ventosa con ella, con su particular forma de pago, se ha pegado con tal fuerza, que ya no hay forma de despegarlo. Es más, responde como la lapa común, que en cuanto se la toca e inquieta, se pega con mayor intensidad a la roca. Es justo lo que sucede cuando pierde sus votaciones en el Congreso de los diputados, donde descarrilan las leyes por despecho del partido de Puigdemónt, ese político que tanto se parece a la lapa de la Moncloa. O cuando la Justicia acorrala a su cónyuge inquilina, por presunta corrupción y tráfico de influencias. Es entonces, al tocarle, cuando su mayor fuerza gasteorópoda emerge y se pega más y más a la Roca de la Moncloa y, desafiante, reacciona. Por ejemplo, concediendo la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III, a personas que fueron responsables de mejorar las expectativas penales de cientos de violadores. Un proceder de consulta psiquiátrica, si no de denuncia judicial y dimisión sin ambages.

La segunda característica y afinidad a comparar, se encuentra en la geometría del molusco. La lapa de mar es ovalada y cónica, o troncocónica, y la monclovita también. Ovalada por su incapacidad de ser redonda, figura que evoca igualdad, Justicia y transparencia, a la manera de la mesa del Rey Arturo y su Tabla. Y así, se pega a la roca palaciega por los dos polos del óvalo, esto es, por un lado con los golpistas del procés, y por el otro con el revoltijo de corte comunista. Y cónica o troncocónica, porque es la geometría que para su inexpugnabilidad desarrolló el cónyuge de la investigada en un gris tratado sobre resiliencia, que ahora se nos presenta a posteriori como triste presagio. De tal manera qué, por la parte más alta de su concha, no puedan sorprenderle e inquietar su condición de presidente, porque para ello ha sentado en el Tribunal Constitucional, también de geometría troncocónica, al jurista de las “togas empolvadas”, que además lo preside. Y por la base de su gasteorópoda concha tampoco pueda ser removido, porque cuenta con su “Fiscal General Particular” y con la “Abogacía del Gobierno”, que no del Estado, como se ha puesto de manifiesto con la querella presentada por este organismo contra el magnífico juez instructor del caso Begoña Gómez, cuyo excelente iter procesal perturba el sueño del presidente del Gobierno, aunque lo disimule.

La tercera característica de la lapa marina, está en las “costillas radiales y muy marcadas”, que dan consistencia y dureza a su concha, repartiendo y canalizando las presiones en su exterior. En Sánchez se manifiestan curiosamente estas mismas funciones de defensa de la lapa común. Del centro de la Moncloa salen numerosas “costillas radiales” que le fortalecen y dan clara ventaja. Por ejemplo, la que representa el CIS, publicando encuestas sesgadas, que influyen sumamente en favor de Sánchez en  las elecciones de todo tipo. O la casi totalidad de los medios de información (o desinformación) a su alcance y control, particularmente la televisión, ya sea pública o privada. Y sobre todo con “sus Ministros”, que más que estar al servicio de todos los españoles, están en funciones de baluarte, blindaje y bunkerización de su presidente, repitiendo sus consignas como papagayos: «fango, fango, fango…» En esta función vertebral, descuella el Ministerio del Interior, a cuyo frente está una costilla radial y esencial de la lapa de la Moncloa, que pasó de ser un juez con cierta impronta, a ser un crítico visceral de la Justicia (caso Begoña Gómez, ERES, etc), y un manipulador de las Fuerzas del Orden Público, como podría atestiguar la Guardia Civil de Barbate o el Coronél Pérez de los Cobos.

En Sánchez se da, en fin, un comportamiento típico de lapa común aventajada, que cuanto más se le toca con la Ley, con más fuerza y descaro se pega a su roca, la Roca de la Moncloa. No hizo otra cosa en su comparecencia ante los medios del pasado día 31, que durante casi una hora inaguantable, a lo Nerón con su lira, revestido de un cinismo profesional, se atrevió a decir que entregar las llaves de la Hacienda pública a los independentistas, favorecía a España entera; y que estaba apasionadamente contento con ello, porque es caminar hacia el federalismo. Una manifestación realizada cuando la Justicia más le inquieta, cuando le tocan su concha. Un proceder inconstitucional más de su desastrosa trayectoria, contra la que hay que despertar y pronto, porque luego será tan tarde como lo es ya en la calamitosa Venezuela.

 

* Juan A. Pérez Morala es Comandante del E.A (en situación de retiro). Exabogado y Doctor en Derecho.


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