Hipatia de Alejandría, nada que ver con la película de Amenábar
Una de las grandes mentiras de la historia, y Amenábar contribuye a esta idea, es que la mujer fue libre en Grecia y en Roma hasta que llegó el cristianismo y la sometió la sujeción del hombre; a esta idea también contribuye la película. Lo cierto es que en Grecia la mujer era considerada una cosa más de la casa, y en Roma no era titular de derechos, sino que era considerada como un niño o un incapacitado y, por tanto, estaba sometida a la tutela del padre o del marido. Por el contrario, fue el cristianismo el que consideró al hombre y a la mujer iguales en naturaleza, pues ambos son hijos de Dios y hermanos en Cristo; y prueba de ello es que las primeras manifestaciones de mujeres libres autodeterminándose, pese a la voluntad de sus padres o del Estado, fueron las primeras mártires cristianas víctimas de las persecuciones romanas, tales como Inés, Ágata o Cecilia.
La historia desmiente a Amenábar, aunque ni a él ni a quienes hacen de su película un acto de afirmación ideológica les importe lo más mínimo la verdad de los hechos. Amenábar y su colaborador, el guionista Mateo Gil, demuestran una vez más que son unos depurados maestros de la confusión y, con tal de atacar al cristianismo, "todo vale" para estos ateos.