¿Free Marihuana?

En estos días expertos de todas las disciplinas nos están explicando en Puerto Rico, con gran pasión, que fumar marihuana no es absolutamente dañino (no más que comer arroz y habichuela en exceso, declara a El Nuevo Día el Dr. Eduardo Ibarra, presidente del Colegio de Médicos). En cambio se celebran sus virtudes terapéuticas y, sobre todo, la ventaja económica que le supondría al estado su legalización: se podrían cobrar impuestos, se ahorraría en la administración de la justicia y en el sistema de corrección. En suma, un negocio redondo: ¡Sorprende sólo el hecho de que hayamos tardado tanto para darnos cuenta de algo tan evidente!
Sin embargo, yo que no soy experto de nada, sigo teniendo mis dudas. Y las tengo más cuando pienso no en los grandes debates teóricos, sino en situaciones concretas, es decir en aquello en lo que las ideologías nunca piensan, y que en realidad es lo único que existe.
A todos estos expertos habría que preguntarles si les gustaría que la maestra de su nena le diera clase bajo el efecto de la marihuana; o que les interviniera un cirujano en estas condiciones. Tal vez les gustaría todavía menos viajar en un avión (ni tampoco en un taxi) cuyo piloto hubiese acabado de fumar marihuana, o saber que un bombero o un policía trabajan bajo el efecto de esta sustancia. ¿Y qué podrían hacer o decir frente a un grupo de estudiantes (o de profesores) que llegara al salón de clase habiendo fumado “cannabis”? Todos estarían en su derecho.
Se me dice: se prohibirá el uso en servicio a maestros y profesores, médicos, enfermeros, pilotos y taxistas, bomberos, policías, militares, estudiantes, farmacéuticos, electricistas y mecánicos… Pero, ¿por qué tantas restricciones si la marihuana es tan innocua? ¿Y quién podrá usarla, entonces? Con paciencia se me explicará que todos podrán usarla en su tiempo libre. Es evidente que están pensando en una ley que prevé también el tiempo previo al servicio en que se podrá fumar, en los mecanismos de control, en las formas de penalizar a quienes no respetaran la nueva ley…
¡Pobres expertos! No se dan cuenta que son instrumentos (¿ingenuos?) al servicio de quien, con cuello blanco y manos limpias, quiere apoderarse por fin de aquella inmensa cantidad de dinero que ahora hacen los que tienen las manos sucias. Pero, nosotros como pueblo, ¿qué ganancia tendremos? ¿Qué beneficios reales tendrán nuestros jóvenes? ¿Qué ganaremos en salud, seguridad, productividad, unidad familiar y solidaridad social? ¿Nos hará más libres y felices?