ETA mata ante una sociedad desactivada

España · Lartaun de Azumendi
Me gusta 0
4 diciembre 2008
Cuando en el año 2000 ETA acabó con la vida del empresario vasco y peneuvista José María Korta, el entonces diputado general de Guipúzcoa Román Sudupe lloraba desconsoladamente la muerte de su amigo sin encontrar explicación a la tragedia. "Han matado a un abertzale de verdad", llegó a decir el dirigente del PNV. Ayer, cuando el lehendakari Ibarretxe compareció para condenar el último tiro en la nuca, quiso destacar de Ignacio Uría, afiliado del PNV, que era "un hijo de este pueblo".

Distinguir entre los asesinatos de una banda sanguinaria no tiene sentido alguno. El valor de una vida vilmente segada no puede compararse ante otro hecho similar. Resulta, en cambio, del todo pertinente extraer las distintas lecturas que más allá de la acción bárbara puedan hacerse.

El atentado contra Ignacio Uría nos hace volver, forzosamente, la mirada a las tres últimas décadas del milenio pasado. Rescata los recuerdos de un País Vasco y una España que en su momento decidieron doblegarse ante el mal.

La paralización definitiva, por parte del primer gobierno de Felipe González, de la construcción de la central nuclear de Lemóniz tras los cinco asesinatos de ETA contra trabajadores del proyecto, se puede distinguir como el primer momento en el que los asesinos constatan la debilidad de los actores de esta nación. Ya en los noventa, fue la diputación de Guipúzcoa, gobernada por EA, la que cedió al chantaje de variar el trazado original de la autovía de Leizarán después de numerosos atentados. El País Vasco sufría dos importantes reveses, la desaparición o la pérdida de calidad de dos obras de primer nivel y, sobre todo, la percepción de que en adelante sería ETA la que marcaría el ritmo del crecimiento de las infraestructuras. Aquellas dos derrotas de la democracia, bendecidas por nuestros políticos, fueron ratificadas por una sociedad silente y cabizbaja que se mostró entre incapaz e indolente de hacer frente a la bota de los terroristas.

Por eso, el ingrediente más distintivo que en esta ocasión nos deja la muerte a tiros del empresario Uría es la labor pendiente que vuelve a asomar y que no puede dejar pasar el pueblo vasco. La recuperación de las riendas de la democracia, la defensa del derecho a prosperar, la demostración de que el bien es más fuerte que su antagónico. La construcción de la Y vasca se ha cobrado su primera víctima mortal, y es en memoria de Ignacio Uría, y en la de los anteriores que quedaron en el camino, desde donde una sociedad como la vasca tiene la obligación moral de demostrar que tantos años de gobierno nacionalista no pueden desactivar a un pueblo para siempre. Una nueva victoria de ETA resultaría muy difícil de digerir pero más complicada de entender, si cabe.

Noticias relacionadas

50 años de una Monarquía donde cabemos todos
España · Juan Carlos Hernández | 0
Una de las ventajas principales de la Monarquía es proporcionar al país algo que no se pone en cuestión, lo cual permite, sin demasiado riesgo, poner en cuestión “casi” todo lo demás....
21 noviembre 2025 | Me gusta 2
Contra el faxismo
España · A. Martínez Illán | 0
José Ismael Martínez García, periodista de El Español, ha sido agredido brutalmente por varios jóvenes encapuchados durante una manifestación. Los neoborrokas de GKS tienen modos cada vez más organizados y, a la vez, de viejos fascistas para sus marchas antifaxistas. ...
5 noviembre 2025 | Me gusta 2
García Ortiz y la erosión de la democracia
España · Carmen Martínez | 0
El juez que ha instruido el caso considera que hay indicios suficientes para pensar que García Ortiz fue el que filtró la información y que puede haber incurrido en un delito de revelación de secretos. ...
3 noviembre 2025 | Me gusta 1
Quince preguntas para el presidente
España · Carmen Martínez | 0
Sánchez comparece este jueves en la Comisión del Senado que investiga la trama Koldo- Abalos-Cerdán. Feijóo le ha recordado que mentir en una comisión de investigación es un delito....
28 octubre 2025 | Me gusta 1