ETA ha matado a Carlos y a Diego
Pero Carlos y Diego son irrepetibles, lo serán siempre. La mayoría nos los conocíamos hasta hoy, pero ya son nuestros para siempre. Han muerto en el servicio al bien común, al entrar en la Guardia Civil pusieron su vida en peligro por el servicio a todos con el mayor sacrificio. Por eso les estamos agradecidos. Y en este momento los confiamos a la misericordia de Dios que desde el principio los hizo irrepetibles y que en este momento los acoge en su seno. Descansen en paz. La conciencia de que la muerte no es el final es la que nos permite mirar a la cara tanto sufrimiento sin volvernos cínicos, sin hacernos cómplices del mal con el olvido y la indiferencia. Es nuestra democracia la que está siendo golpeada para conseguir una nueva negociación, para que cedamos ante los terroristas. Y es nuestra democracia la que está llamada a encontrar las razones no solo para conseguir una convivencia ordenada sino para sufrir el terror y para luchar contra él en el terreno del derecho, de la política, de la cultura y de la educación. La violencia requiere una respuesta de todos, requiere de la entrega de todos. La civilización del hombre no se puede construir -como ha dicho el Papa en las Caritas in veritate– sin esa entrega.