Ellos no

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20 enero 2014
Mis padres nos invitaron ayer, a comer en un restaurante, para celebrar un acontecimiento familiar. Y ya se sabe que cuando vas a un sitio así, debes esperar un buen rato hasta que te sirven lo que has pedido

Mis padres nos invitaron ayer, a comer en un restaurante, para celebrar un acontecimiento familiar. Y ya se sabe que cuando vas a un sitio así, debes esperar un buen rato hasta que te sirven lo que has pedido. Me colocaron en un lugar, donde tenía una amplia visión, de los comensales que ocupaban toda la sala. Una sola cosa, captó mi atención como nunca antes lo había hecho.

Estamos en tiempos de crisis. Observando la ocupación del restaurante, y el ambiente jocoso que reinaba en él, resultaba difícil sostener la afirmación. No me atrevería a juzgar la presencia de todos -incluidos nosotros- en un lugar así, en tiempos de penuria, sin conocer, las posibles renuncias y privaciones personales, de los que deciden aflojar un poquito un agujero del cinturón, pensando en la alegría y bienestar de los seres queridos.

Todo eso puede estar muy bien, pero lo que me resultó doloroso y difícil de digerir (nunca mejor dicho), fue la constatación ,de la cantidad de comida que los camareros retiraban, de unos comensales, saciados en exceso .  Se oía  de forma nítida, manifestar su imposibilidad de acabar lo que habían pedido . ´No puedo más´, ´voy a explotar´ ´todo muy bueno, pero he comido mucho´… Fue entonces, cuando seguí con mi mente, el trayecto de los camareros, cuando desaparecían de mi vista, cruzando la puerta de acceso a la cocina. Pude imaginármelos fácilmente, y seguro que tú también lo has hecho. Tengo la certeza, de que no hace falta que te cuente, el destino de la comida rechazada…

Una gran bofetada social, que ya no tiene efecto en muchos. Casi parece haberse aceptado, que lo que sobra se tira (y por salubridad, lamentablemente en estos casos, hay que hacerlo) pero lo que hay que planificar es que no tengamos que extralimitarnos , para después desperdiciar. Existen muchos hogares, en los que  los más pequeños, solo reciben el ejemplo del despilfarro y el desaprovechamiento de las cosas.

Dice el papa Francisco : «Con la comida que se tira se podría alimentar a todas las personas que padecen hambre en el mundo» y más de uno dice : ´ y es verdad´ , y así reaccionamos demasiadas veces, ante la invitación de cambiar nuestra actitud egocéntrica . Decimos amén, con los labios, pero ¿cuándo recobraran vida en nosotros, los consejos y orientaciones recibidas?…

A mí, me interpeló fuertemente un poema de Gloria Fuertes sobre los niños de Somalia. En pocas palabras, dijo una gran verdad, que sacudió mi conciencia. Una realidad, que de forma deplorable, sigue aumentando sin cambiar corazones.

Yo como

Tú comes

Él come

Nosotros comemos

Vosotros coméis

¡Ellos no!

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