El populismo te da autoestima colectiva pero luego vivimos más solos
«La identidad se puede vivir como una trinchera o como un abrazo». Así arrancaba el primer debate del sábado en EncuentroMadrid 2024, en el que tres columnistas españoles se han confrontado sobre la posibilidad de aprender del otro también en el debate público de la actualidad española. En una conversación moderada por Juan Carlos Hernández, redactor jefe de Páginas Digital.
Diego Garrocho, profesor de Filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid, afirmó que «exponer nuestras ideas nos lleva a dos posibilidades: cambiar de opinión o mejorar tu criterio. Ninguna de las dos es mala porque los bandos son porosos y cualquiera que valore la verdad verá que quizá no se siente totalmente cómodo en el suyo y que el otro no es un enemigo”. “Los nuestros también nos pueden decepcionar y también es bueno mirarlos a ellos desde esta apertura. No se trata tanto de vencer a los otros sino de aglutinar lo verdadero porque en cualquiera, aunque nos repugne, podemos encontrar un milímetro de verdad», apuntaba.
El analista Ricardo Dudda destacó en este sentido que «el pluralismo es una característica de la sociedad democrática por defecto». El joven periodista denunció el riesgo de crear identidades únicas, «como sucede a menudo en las redes sociales, donde se reduce a la persona a su tuit, cuando esa persona es mucho más que eso. Yo intento luchar contra esa frivolización que nos mete en burbujas tribales donde solo nos encontramos con los nuestros y tu etiqueta es lo que te define totalmente».
Por su parte, el periodista Ramón González Férriz señalaba que las redes sociales contribuyen a la polarización porque «facilitan más ver y leer al que odiamos. Antes para leerlo tenías que comprarte su periódico pero ahora te lo encuentras en redes y eso genera cierto hartazgo. Defiendo el pluralismo por completo, pero acaba resultando molesto y se empieza a ver como algo negativo. Pero la única forma de pararlo es la coerción, que es la vía que algunos empiezan a valorar».
Eso facilita que se acuda a las ideologías como «nuevas religiones seculares que nos invitan a identificarnos con una lucha frente a los otros. Mucha gente ha empezado a buscar elementos identitarios en la lucha a veces por valores que tampoco son demasiado relevantes, como puede ser por ejemplo la discusión sobre ser vegetariano o no. Es como si lo que diera sentido a nuestra vida fuera la lucha. Cuando una convivencia sana se basa en el equilibrio entre confianza y crítica. No es un equilibrio fácil y ha desembocado en una gran desconfianza que da pie a la tentación del populismo», destacó González Férriz.
Dudda apuntaba al “descontento con las élites” como generador de “gran desconfianza”. “Nos han defraudado y han generado una crisis de expectativas porque nos han creado expectativas pero no nos han dado las herramientas para alcanzarlas». Y añade que «el populismo te da autoestima colectiva pero luego vivimos más solos. Cada vez más solos y tribales, aunque suene contradictorio», aseguraba.
Mientras que para Garrocho «en lo personal estamos solos porque nos hemos desprovisto de los elementos que nos permitían estar solos y estar bien. Si estamos tomando un café con alguien y se va al baño, miramos el móvil. Sin embargo, se ha devaluado a la familia como refugio incondicional porque domina la idea autonomía del hombre que se hace a sí mismo y se desprecia esa dependencia afectiva».
Una conversación, por tanto, que ha supuesto sobre todo «un ejercicio para aprender del otro», y que el moderador lanzaba como conclusión la «hipótesis positiva” que se ofrece desde EncuentroMadrid, que “nos interesa acoger al otro».
Artículo publicado en EncuentroMadrid
Foto de portada cortesía de EncuentroMadrid
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