Don Quijote, mi hija y la resurrección
17 abril 2017
Mi hija Noura, cuando llega la hora de ir a dormir, se sumerge bajo las mantas y hace como que duerme. En realidad, se mete furtivamente a leer, con la ayuda de una pequeña linterna. Normalmente, finjo no verla porque de pequeño yo era más vulnerable que ella ante la tentación de la lectura. Leía en los momentos y lugares menos oportunos: en clase durante la lección, en la mezquita durante el sermón… Tapaba las cubiertas de los libros con papel blanco para no dejar ver los títulos. La lectura era para mí una acción secreta que podía gustar solamente a escondidas. 
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