Del roce, el cariño

Me van a decir que se me nota el pelo de la dehesa. Y lo aceptaré pero solo por lo de que me crié en el medio rural, que así le llaman ahora. Pero solo por eso porque, otra cosa no, pero a limpia y a depilada no le gana a una nadie.

Mi abuela siempre contaba una historia que había pasado en el pueblo para ilustrar el refrán de que el roce hace el cariño. Que había un matrimonio que se había casado joven pero que joven se enemistó por un asunto de la herencia, los dineros son así de sucios. Se enemistaron antes incluso de que les hubiera dado tiempo a concebir criatura alguna. Y que acabó la una durmiendo en la alcoba y el otro en el cuarto de invitados. Y así por meses. Pero la mujer que quería arreglar la cosa un día, sin mediar palabra, se metió en la cama del marido. Al principio no hubo nada. Y siguieron sin hablarse. Pero cuando pasaron diez meses acabarán echándole el agua a su primogénito y no hubo luego más líos.

Que lo del PP y lo del PSOE es pura conveniencia, todos lo sabemos. Que han firmado el acuerdo para ir juntos a Bruselas a final de mes porque se han dado cuenta de que o hacen de pareja en algo o seguirán comiéndoles el terreno los de Izquierda Unida y Rosa Díez. Y que a Rajoy, ahora que ha reaparecido Aznar, le viene bien quedarse muy centrado. Y que a Rubalcaba, que ya ni se le oye la voz y que se está quedando más delgado de lo poco que le quieren los suyos, también le viene bien arrimarse. Y es porque la gente no diga, pero mejor así. Porque el hábito sí hace un poco al monje. Criatura no sé si tendremos en esta ocasión pero la coyunda, aunque un poco forzada, en casos como estos –y lo dejo claro que me refiero a lo del PP y lo del PSOE- es buena. Oye, y si se cabrean los nacionalistas, pues que no miren.