Entrevista a Olivier Roy

`Cuando hay demasiadas leyes, hay que volver al testimonio`

España · Fabrizio Foschi
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21 agosto 2019
Olivier Roy ha participado en el Meeting de Rímini para abordar los temas del diálogo interreligioso, la identidad y la convivencia. Según el profesor de ciencias políticas en el Instituto Universitario Europeo de Fiesole, la cuestión crucial es la relación entre identidad, secularización y nihilismo.

Olivier Roy ha participado en el Meeting de Rímini para abordar los temas del diálogo interreligioso, la identidad y la convivencia. Según el profesor de ciencias políticas en el Instituto Universitario Europeo de Fiesole, la cuestión crucial es la relación entre identidad, secularización y nihilismo.

¿Occidente ya ha superado su miedo al mundo islámico?

Podemos considerarlo un miedo superado pero la gente aún no lo ha vencido. Hay dos elementos que siguen pesando. El primero es la inmigración de países islámicos que ha traído a Occidente a millones de musulmanes. El segundo motivo es la crisis de Oriente Medio que supuso la crisis iraní, la guerra en el Líbano y, más recientemente, Al Qaeda y el Daesh. La conjunción entre inmigración y radicalización es lo que asusta a Occidente. Asustan las dinámicas internas en sociedades como la de Francia, Alemania o Bélgica, donde ya estamos en la segunda y tercera generación de inmigrantes, que han madurado una clase media formada por intelectuales y hombres de negocios. El ejemplo más llamativo en este sentido es la figura del alcalde de Londres. Estas nuevas categorías es como si estuvieran inventando un islam europeizado. La revolución islámica ha acabado, los Hermanos Musulmanes se han integrado y el Daesh ha perdido su fuerza estratégica. Además Arabia Saudita ya no es el motor del salafismo, Irán está en guerra con todos los demás países islámicos y Turquía no puede valernos de ejemplo. Los occidentales siguen teniendo miedo, pero como un fenómeno subjetivo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que en el mundo islámico, como muestra la organización Iorwd, nacida de la Liga Musulmana, se está creando un “contra-discurso” frente al islam radicalizado que hace diez años no sería posible.

Ha dicho en el Meeting que la secularización de nuestras sociedades contiene también elementos positivos, ¿por qué?

No tanto porque considere positiva la laicización, sino porque la secularización obliga a la religión a purificarse, es decir, a concebirse más allá de la política y la cultura. Claro que es un discurso un poco complicado porque en efecto la Iglesia se opone a la secularización, como muestra la auténtica declaración de guerra frente a los valores del 68 que supuso la encíclica Humanae Vitae de Pablo VI. Los años 60 determinaron la llegada de una nueva antropología. El problema es que los católicos estén obligados a elegir entre valores mundanos y principios no negociables, como el matrimonio entre hombre y mujer, la vida que nace, etc. La Iglesia ha intentado que estos principios no pasaran al nivel legislativo pero ha perdido.

¿Cuáles son las consecuencias de este proceso?

La Iglesia ha identificado sus valores con las normas. La Iglesia ha perdido una batalla política cuando se ha identificado con ciertos partidos o agrupaciones. Pienso en la Democracia Cristiana en Italia o en Sarkozy en Francia. Los populismos de hoy no se pueden calificar de cristianos.

Dentro del islam, ¿existen fenómenos similares de secularización y reducción de la religión a norma?

Claro, por ejemplo, el salafismo es la norma, la regla. Por desgracia, ha encontrado eco entre los jóvenes europeos de segunda generación que han perdido las tradiciones de sus padres pero no han adquirido una cultura europea.

¿Existe alguna sociedad islámica que se acerque a un modelo de sociedad pluralista?

Sí, Túnez. Por su Constitución, que sanciona la libertad de conciencia, diferente a la libertad de religión, tanto que un musulmán puede incluso declararse ateo.

¿Qué puede salvar a nuestras sociedades del nihilismo?

¡Esa es la cuestión! Para mí es difícil decirlo porque solo soy un analista. Pero puedo decir que me impactó mucho una frase que hace tiempo dijo en una conferencia el padre Dall’Oglio: nosotros los católicos no debemos ser legisladores sino profetas. En definitiva, hay que salir de sociedades obsesionadas por la norma, salir de sociedades normativas.

¿Ha visto algo parecido en Europa?

Sí, en el Meeting he visto una sociedad constituida por un cristianismo popular que en la Francia tradicionalista, donde lo espiritual se identifica con la misa en latín, no existe.

¿Y en el islam?

Hay un retorno significativo del sufismo. Hay una gran necesidad de comunidades como estas.

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