´Boko Haram quema iglesias, nosotros las reconstruimos´

Mundo · Antonello Sacchi
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30 septiembre 2014
Setenta y cinco años de presencia ininterrumpida en Nigeria. La orden de San Agustín acaba de celebrar este aniversario con la celebración del Capítulo Intermedio de su Provincia nigeriana y de la Eucaristía en Jos, presidida por el arzobispo Ingnatius Ayau Kaigama, presidente de la Conferencia episcopal nigeriana.

Setenta y cinco años de presencia ininterrumpida en Nigeria. La orden de San Agustín acaba de celebrar este aniversario con la celebración del Capítulo Intermedio de su Provincia nigeriana y de la Eucaristía en Jos, presidida por el arzobispo Ingnatius Ayau Kaigama, presidente de la Conferencia episcopal nigeriana.

Agustino, africano de nacimiento y romano de formación, siempre ha sentido una fascinación especial por la contemporaneidad y cercanía al corazón de cualquier persona que con espíritu sincero sea “buscador de la Verdad”. Por su capacidad de introspección, por su profundidad filosófica y espiritual, por su amor hacia Dios se ofrece naturalmente como “puente” entre las orillas del Mediterráneo, enseñando que la razón puede ser una base común para el diálogo que nace y se desarrolla en base al respeto recíproco.

El padre Edward Daleng, nigeriano, es el primer africano en ocupar el cargo de asistente general de la orden: “Es necesario respetar la dignidad de la criatura que viene de Dios, de ahí la necesidad de abrirse y acoger al otro. San Agustín demostró a lo largo de su vida que todo hombre merece respeto en cuanto Hijo de Dios, y testimonió esto trabajando por la reconstrucción y la unidad. Los agustinos podemos seguir aprendiendo de nuestro padre espiritual, tratando de testimoniar el valor de nuestro carisma. Pero en el diálogo hace falta apertura, sinceridad, honestidad y sobre todo respeto mutuo”.

La presencia agustina en Nigeria comienza hacia finales de los años treinta del siglo pasado, gracias a la misión de algunos monjes irlandeses que predicaron el Evangelio en la zona de Adamawa. Hoy esta presencia se desarrolla mediante la enseñanza, en la vida de la comunidad, en la formación de los jóvenes pero también del clero local, sobre todo en el norte de Nigeria, donde los padres agustinos fundaron el seminario mayor, y en la gestión de las parroquias. Los hermanos irlandeses suscitaron vocaciones autóctonas y el compromiso de esa provincia europea pasó de las 50 personas en los últimos años del siglo pasado a tan solo unas cuantas en la actualidad, ante unos 80 agustinos nigerianos que viven en 25 conventos, entre casas de formación y una gran escuela (el propio arzobispo Kaigama coronó los festejos del mes pasado con la inauguración de una nueva escuela secundaria construida por esta orden, la St. Monica’s Academy).

La presencia en algunas zonas de Nigeria resulta hoy particularmente difícil. En Maiduguri, donde nació Boko Haram, “en nuestra iglesia de san Agustín es difícil celebrar la Santa Misa sin la presencia de soldados. Han quemado nuestra iglesia dos veces, pero gracias a la asistencia recibida la hemos reconstruido”, explica el padre John Abumakar, prior provincial de los agustinos en Nigeria. Maiduguri, Kaduna, Kano cuyo obispo John Niyiring también es agustino, son lugares donde la libertad de acción de los hermanos agustinos está fuertemente limitada pero no totalmente impedida, mientras en otras zonas, como la capital Abuja o Jos donde vive el prior provincial, las iglesias todavía están llenas de gente.

En esta situación tan difícil, es importante comprender exactamente la complejidad a la que se refiere el padre John, oriundo de Kaduna, lugar de predominio musulmán: “Mi experiencia con los musulmanes era buena antes de Boko Haram. Hay  muchos musulmanes buenos en Nigeria. Vivimos juntos en paz pero el gobierno tiene que hacer más para proteger a la población porque el norte, donde vivimos este problema, es la zona más pobre del país y donde faltan las escuelas. Por tanto hay una raíz social y económica donde se mezclan también motivaciones políticas”.

Los padres agustinos tienen una gran relación con la población de todas las parroquias donde la orden está presente gracias a la espiritualidad, que se basa en la vida comunitaria: “Es el gran don que nos hizo san Agustín, una cualidad africana en mi opinión, porque para nosotros es muy fácil compartir tanto los problemas como los dones”. Por último, una consideración del prior a propósito de las relaciones entre cristianos y musulmanes: “Debemos intentar trabajar juntos porque debemos entender lo que estos terroristas quieren obtener. Quieren crear problemas para dividir el país entre norte y sur, pero eso es imposible, porque también en el norte hay cristianos y no pueden desplazarse. Es posible que los terroristas hayan matado a más musulmanes que cristianos… No es un problema de carácter religioso. En Kaduna, Kano, Maiduguri, siempre hemos vivido en paz con los musulmanes. Esto es una nueva realidad que no es propia de los musulmanes nigerianos”.

La orden de san Agustín sigue creciendo en Nigeria, donde hay abundancia de vocaciones, pero también en toda África. Está presente de manera relevante en el Congo, Tanzania, Kenia y otros cincuenta países de los cinco continentes. El asistente general, el padre Daleng, subraya el compromiso de la orden en la promoción humana y la conciliación: “Gracias a la ayuda también económica de nuestras provincias, mediante la Curia general, hemos realizado en Nigeria un colegio donde cristianos y musulmanes estudian juntos. Este es un signo de esperanza: debemos seguir promoviendo la fraternidad entre personas de credos distintos, destacando la buena voluntad de cada uno”.

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