Benedicto pasa el testigo
Benedicto XVI – persona muy sensata, de visión sobrenatural y reflexivamente prudente- ha adoptado en libertad y conciencia una decisión que se enmarca ya con naturalidad en el devenir milenario de la Iglesia, guiada siempre por el Espíritu Santo. Toca pues rezar por el nuevo Papa para que sea santo y dócil a ese mismo Espíritu que garantiza que todo es para bien.
Estamos en tiempos convulsos pues vivimos un fin de civilización y dentro de la propia Iglesia ha habido mucha deslealtad y desorientación en las últimas décadas, pero el timón de la barca de Pedro ha sido bien dirigido por los últimos Papas, personajes de una talla humana, intelectual y espiritual espectaculares. Nunca como hoy ha habido en la Iglesia grupos amplísimos de fieles bien formados, rezadores y leales que son fermento de regeneración de la sociedad y la propia Iglesia. Asistimos, en consecuencia, a un momento de gran ilusión pues se ve un florecer de cristiandad a punto de hacer eclosión. Benedicto pasa el testigo a su sucesor para que dirija y oriente este esperanzador crecimiento de fe y lealtad con nuevos bríos. Bienvenido sea este nuevo impulso a esta vieja historia de final feliz en la que los personajes -también los Papas- entramos, hacemos nuestro papel y salimos mientras la historia continúa.