Basta un solo hombre libre

Editorial · Fernando de Haro
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9 marzo 2025
Lo más sorprendente es que Zelenski se mantiene, a pesar de todas las presiones, como un hombre libre, fiel a lo que ve todos los días. Todo el sistema de sumisión está en pie hasta que aparece un hombre libre como él.

Hagamos el esfuerzo. Es difícil porque el golpe ha sido demasiado fuerte. Estamos intentando comprender qué significó la escena de humillación de Zelenski en el Despacho Oval. A estas alturas ya hemos hecho muchos análisis geoestratégicos. Ya hemos entendido que el ciclo histórico que comenzó con la II Guerra Mundial, con las Naciones Unidas y con el multilateralismo se ha terminado. Europa parece empezar a despertarse. Quizás la retirada de apoyo a Ucrania por parte de Trump no sea ni tan drástica ni tan radical como parecía en un principio.

Pero todos sabemos que el mundo, tal y como lo habíamos conocido, se ha acabado. Y queremos entender cómo hemos llegado hasta aquí. Hagamos el esfuerzo: quizás la clave última no sea un nuevo escenario geoestratégico, un cambio profundo de paradigma, una disolución de los principios del derecho y la moral internacional. Todo eso es decisivo. Pero hay algo más determinante, más simple, mucho más cercano. Hemos llegado hasta aquí por la sumisión de los que somos libres, por una renuncia a la razón de los que tenemos elementos suficientes para ser críticos. Los políticos crecen en la tierra de nuestros miedos y de nuestros resentimientos.

¿Qué es lo más sorprendente de los  momentos angustiosos vividos en el Despacho Oval? ¿La brutalidad de Trump? ¿La falsedad y la mentira por parte de  J.D. Vance? No. Lo más sorprendente es que Zelenski se mantiene, a pesar de todas las presiones, como un hombre libre, fiel a lo que ve todos los días: sin seguridad, no hay paz. Como ha señalado Michael Ignatieff, a Zelenski se le pretende arrancar el agradecimiento con una coacción. Se le pide lo imposible: no hay gratitud sin libertad. “En el lenguaje del presidente y el vicepresidente, gratitud es sinónimo de arrastrarse”. Pero el agradecimiento solo se obtiene de personas libres y “cuando ya no tienes gratitud y la lealtad que la gratitud produce no queda más que el miedo para mantener unido tu régimen”. Nos llama la atención que Zelenski, ante ese ejercicio de poder desnudo y desencarnado, no ceda.

Todavía quedan algunos hombres libres que marcan la diferencia. El poder pretende mantener, como dice Ignatieff, un régimen unido por el miedo. La cuestión decisiva es si el régimen tiene enfrente a alguien como Zelenski o alguien que ha aceptado una forma sutil de sumisión. Sumisión es el título  de la novela profética de Houellebecq, publicada hace diez años. Sus páginas son la denuncia de una libertad amenazada por una renuncia que viene de dentro de las personas. El personaje principal parece fascinado durante un tiempo por la vida en un monasterio porque “en el monasterio se deja aparte la carga de la existencia individual”. Se puede uno desprender de la pavorosa y monótona sucesión de las fatigas de la vida. Estamos ante  una renuncia a la libertad que quiere evitar el  drama de la existencia. Esa huida la lleva a abrazar una religión donde no hay más que repuestas, una caricatura del islam, una resignación que le proporciona tres mujeres y un gran sueldo. Y eso le basta, o parece bastarle. “No echará nada de menos”, concluye la novela. A veces ni siquiera hacen falta tres mujeres y un buen sueldo, es suficiente la comodidad de confundirse con la masa “normal” de los franceses.

La sumisión está acompañada de lo que Applebaum llama el “nuevo oscurantismo” que ha llegado a los máximos niveles de la política estadounidense, al Gobierno de Putin a muchos partidos europeos… Seamos sinceros, nos ha llegado a todos. Le llamamos fidelidad a la nación, lealtad a la propia identidad, a la historia. Pero en realidad detrás de todo eso se esconde el miedo a lo desconocido, a la soledad, a no ser reconocido. Un miedo que nos lleva a renunciar a la luz de la ciencia y, sobre todo a luz de ese ejercicio crítico que está nuestro alcance sin especiales complicaciones. Dice Applebaum que con esa renuncia quedan derrotadas “la razón y la lógica, la transparencia se desvanece y las acciones de los líderes políticos se oscurecen tras una nube de absurdo y distracción”.

Todo el sistema de sumisión está en pie hasta que aparece un hombre libre como Zelenski. Un hombre que llama a las cosas por su nombre. Un hombre que nos delata y nos libera.

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