Ahora Rajoy debería ser Cánovas

En Génova y en Moncloa hay quien acaricia con gusto la posibilidad de unas terceras elecciones. En el momento de debilidad en el que está el PSOE otros comicios lo dejarían muy por debajo de los 70 escaños y al PP cerca de la mayoría absoluta. Si ya hemos esperado tanto podríamos esperar un poco más, nosotros solos y en frente Podemos. Los pactos se harían con una nueva hegemonía. Pueden ser las cuentas de la lechera.

No estamos para maquiavelismos. Unas terceras elecciones no son buenas para nadie. España está sin Gobierno desde hace más de nueve meses. Prolongar cinco meses más esta situación le hace daño al país y retrasa más allá de lo razonable las reformas urgentes que están pendientes. Y además supone un desprestigio añadido para nuestra democracia y para nuestra clase política.

Hemos tenido una mala experiencia de bloqueos este año. Pero los pactos de Gobierno no son malos. Ayudan a desideologizar la política, matizan posiciones, exigen diálogo. Y todo eso puede ser muy fecundo.

Lo lógico es que el PSOE se abstenga en una investidura antes de que acabe octubre. Y lo necesario es que el PP sea generoso y tenga altura de miras con el que todavía es el primer partido de la oposición. Una España sin un PSOE fuerte y socialdemócrata es una España más polarizada. Y de eso ya hemos tenido bastante. Hay que contribuir a una reconstrucción serena del socialismo. Rajoy no ha querido ser Cánovas en los últimos cinco años. El político de la Restauración supo construir un Gobierno y también una oposición. En Génova ha gustado el crecimiento de Podemos. Quizás es hora ya de cambiar.