´Ahora Porfirio Lobo tiene que conseguir la integración´
¿Qué valoración hace del resultado de las elecciones?
El proceso electoral celebrado en Honduras, como ha sido del conocimiento universal, fue toda una fiesta entre hermanos, un festejo de reencuentro cuya emoción puedo compararla con la alegría que se siente y demuestra al volver a reunirse dos miembros de una familia después de largos días, meses o años de haber perdido el contacto personal. Eso fueron nuestras elecciones: cada ciudadano concurrió a las urnas a darle un enorme y cariñoso abrazo a su madre patria, nuestra Honduras.
Si durante estos últimos meses muchos no habían expresado sus sentimientos y guardaban, ya sea por prudencia o por temor, la expresión de ese amor, el día 29 de noviembre no pudieron ocultar su deseo de decir "presente" al llamado para cumplir con su deber ciudadano. Nadie les obligó a salir de sus casas a ejercer el sufragio, nadie los amenazó si no llegaban a las urnas, pero pudo más su deseo y valor de dar ejemplo de civismo entre unos y otros, sin distingos de ninguna clase: ancianos, personas con alguna discapacidad, jóvenes, adultos, líderes religiosos. Nuestro cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga acudió al Centro de Votación donde le correspondía ejercer el sufragio, líderes políticos, líderes comunitarios, en fin, toda la familia hondureña leyó lo que esa presencia valerosa significaba: No tengamos miedo, Dios está con nosotros, somos más los buenos y debemos dejar a un lado los temores, enseñemos a propios y extraños los valores que se acunan en el seno de nuestras familias.
¿Ha sido una sorpresa la participación de más del 60 por ciento?
A primeras horas la presencia de electores era tímida pero, conforme pasaron las horas, la fiesta fue siendo calorizada por una inmensa mayoría del pueblo ante la mirada incrédula de corresponsales de prensa internacional que auguraban el mayor absentismo a este proceso y con ello el triunfo de quienes quisieron quitarnos nuestra democracia.
Más de quinientos observadores internacionales entre los que se contaron ex presidentes de repúblicas (El Salvador, Bolivia), miembros de organismos electorales, dirigentes empresariales, miembros de organizaciones de derechos humanos, miembros de ONG, miembros del Parlamento Europeo, miembros del Parlamento Sueco, entre otros, se trasladaron a lo largo y ancho de todo el territorio nacional y hoy dan fe de la asistencia masiva a las Mesas Electorales Receptoras, la eficiencia y transparencia de la administración del proceso en todos sus niveles, el espíritu cívico que era contagioso y en fin, la exposición de la verdad sobre el respeto a la Ley, el compromiso con la democracia y la defensa de la paz en Honduras.
Finalmente, merece la pena resaltar el comportamiento cívico de la ciudadanía, que ha significado una lección imborrable para las nuevas generaciones y ya se cuenta con demostraciones de ello al ser testigo de abrazos públicos entre personas portando banderas de distintos partidos pero que, fundidas en la alegría por la faena realizada, no dudan en decir que ganó Honduras.
¿Ha habido acoso militar en los comicios?
Si algo ha sido observado y resaltado por los observadores extranjeros antes, durante y después de los comicios en todo el territorio nacional, ha sido la presencia mínima de militares en las calles, centros públicos, calles y avenidas, y que los Centros de Votación fueron resguardados por la Policía Nacional, autoridad que por Ley es independiente de las Fuerzas Armadas (Fuerza Arérea, Naval y Ejército). Los miembros de las Fuerzas Armadas participaron en lo que la Ley les manda: custodia y transporte de los materiales electorales.
¿Qué puede esperarse del mandato de Porfirio Lobo?
Al presidente electo, a los nuevos representantes del pueblo en el poder legislativo y a las autoridades que nombre el poder ejecutivo, corresponderá enfrentar grandes retos, el primero de los cuales no dudamos que será el lograr la reunificación de la sociedad hondureña. De manera no menos importante le sigue en prioridad la solución a la carencia de oportunidades de empleo y el cumplimiento de sus promesas de campaña, que incluyen la mejora sustancial de la seguridad de las personas y de sus bienes, la reforma efectiva de los sistemas de salud y educación entre otros.
Se espera sea un Gobierno que logre en la brevedad del tiempo el reconocimiento de una comunidad internacional que, siguiendo estrategias del Foro de Sao Paulo, buscan seguir minando la defensa de la democracia que este pequeño país se ha empecinado en sostener.
El Gobierno de Porfirio Lobo se espera sea de integración pero en un sentido amplio de la palabra y no exclusivo de incorporar representantes de todos los partidos políticos en su gabinete sino ampliado a escuchar y recibir el apoyo de la sociedad civil que hoy más que nunca se encuentra cohesionada para apoyar a quien recibiera el mandato del pueblo hondureño, y ser un auditor social de las ejecutorias y cumplimiento de los anhelos del mandante: el pueblo hondureño.
¿Cuáles son las tareas más urgentes?
Se plantea el reto por construir y lograr el compromiso de todos los sectores en un pacto social que incluya la atención efectiva y la administración de los recursos del Estado, el control del gasto público, la eficiencia y la calidad de los servicios públicos que se brindan. Las condiciones en que se recibirán las diversas secretarías de Estado, a pesar de los esfuerzos realizados por quienes asumieron su dirección después de la sucesión constitucional, son muy precarias y demandarán, durante los primeros meses de gobierno, mucho tiempo para su estabilización por parte de quienes asuman su titularidad. De algo sí estamos seguros: Honduras no volverá a sentirse sola, las oraciones del pueblo hondureño pidiendo por la paz y el don de la sabiduría para sus gobernantes han sido escuchadas.
¿Cuál cree que puede ser el futuro de Zelaya?
Los procesos del Foro de Sao Paulo que le fueron encomendados a Manuel Zelaya con el financiamiento, asesoría e intervención de Hugo Chávez, en Honduras han fracasado pese a que estamos conscientes de que continuarán con sus presiones y bloqueos, sólo le quedan dos caminos al ex presidente Zelaya: que se someta a la justicia compareciendo a los juzgados en los cuales se encuentran los requerimientos por los delitos que se le atribuyen o que cualquier país miembro del Foro de Sao Paulo le conceda asilo y, mediante el debido proceso, salga del sitio en el cual decidió equivocadamente refugiarse.
No existiendo la figura ni la voluntad para una amnistía por delitos comunes, ni la aplicación del indulto dado que aún no se cuenta con condenas a las referidas imputaciones, el riesgo que corre el Sr. Zelaya al salir del país es que en el futuro la justicia llegue hasta donde decida asilarse con el consiguiente descrédito a quien le abrió sus puertas.