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2012: el año de México y Venezuela

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1 enero 2012
El mundo puede cambiar mucho en 2012. No sabemos cómo va a evolucionar la crisis. Y además, el año que ha comenzado es un año electoral en países clave y en muchos de ellos todo está abierto. El caso emblemático es el de Estados Unidos. Obama no tiene fácil la reelección con una tasa de paro que roza el 9 por ciento. Recuerdan los analistas que ningún presidente ha repetido mandato si el desempleo estaba por encima del 7 por ciento. A su favor tiene la inconsistencia de los candidatos republicanos, ni Gingrich, ni Romney, ni Paul tienen consistencia. Si acaso Gringrich destaca por haber hecho propuestas realistas como la de solucionar de una vez la terrible situación de los más de 11 millones de inmigrantes ilegales, la mayoría de ellos hispanos. Pero no es suficiente. Para la libertad de la Iglesia estadounidense sería sin duda preferible que Obama se volviera a casa. Su pretensión de que las organizaciones de caridad católicas entreguen en adopción niños a parejas del mismo sexo ha sido un buen botón de muestra.

También habría cambios importantes si el socialista Hollande, tal y como pronostican las encuestas, venciera a Sarkozy. Hollande ya ha dicho que quiere cambiar el acuerdo sobre la reforma del Tratado de Bruselas. El eje Merkel-Sarkozy, con sus ventajas e inconvenientes, saltaría por los aires. El relevo que se prepara en China también es decisivo. Hu Jintao, presidente, y Wen Jiabao, primer ministro, van a ser sustituidos por Xi Jinping y Li Keqiang. En el gigante asiático los cambios en el poder siempre suelen estar acompañados de una mayor represión de los disidentes, de los cristianos.

Las elecciones presidenciales previstas para el 1 de julio de 2012 en México y para el 7 de octubre en Venezuela convierten a estos dos países en los protagonistas del mundo de habla hispana. Son dos piezas clave y los resultados pueden tener consecuencias determinantes para la región y para la libertad de los cristianos. En México puede acabarse el período de 12 años de gobierno del PAN. El PRI, el partido que rigió los destinos del país durante más de 70 años y que patrimonializó las estructuras del Estado, tiene muchas opciones de volver al poder. EL PAN está desgastado y ha cometido el error de retrasar la elección de su candidato hasta febrero. El PRI, con un perfil moderno como el de Enrique Peña Nieto, parte con una gran ventaja en las encuestas. Peña Nieto se ha esforzado por distanciar a su partido de la vieja imagen anticlerical que le ha acompañado desde hace décadas. Con la vista puesta en la visita del Papa a México, anunciada para esta primavera, ha impulsado una modificación del artículo 24 de la Constitución para que sean posibles las celebraciones religiosas en lugares públicos y su emisión por canales de televisión sin autorización del Gobierno. Hasta el momento se necesitaba la autorización ejecutiva en el México de la Virgen de Guadalupe. Pero hay signos que apuntan a que la apuesta por la laicidad positiva del PRI no es del todo sincera. En el Senado, una de las líderes del partido, Ángeles Moreno, se manifestó abiertamente en contra de la reforma de la Constitución porque la consideraba un ataque a la separación de la Iglesia y del Estado. Parece que muchos de los cuadros del PRI están en esa posición. Y es que el partido que aspira a volver a gobernar no se ha renovado profundamente. Lorenzo Krause, historiador y analista político, lo señalaba con claridad hace algunas semanas: "no estoy convencido de que el PRI haya aprendido las lecciones de sus derrotas del pasado". No ha revisado "ni la censura, ni la persecución, ni la corrupción de López Portillo (presidente entre 1976 y 1982), ni el clientelismo ni sus usos y costumbres que tanto daño hicieron al país".

La vuelta al poder del PRI sería mala pero no tan nefasta como la reelección de Hugo Chávez en la presidencia de Venezuela. Su régimen es un auténtico virus destructivo en la región. Sin el dinero del petróleo venezolano, el presente y el futuro de la Cuba que aplasta las libertades, país que también visitará este año Benedicto XVI, sería muy diferente. Como sería muy diferente la situación de los regímenes populistas de Nicaragua, Ecuador y Bolivia. Chávez está por delante en las encuestas pero no todo está perdido. Su enfermedad le limita y la oposición puede hacer una campaña inteligente si es capaz de estar cerca de la gente sencilla, de los que están más hastiados de las diferencias sociales. El tipo de trabajo que ha hecho Leopoldo López, ex alcalde de una de las municipalidades de Caracas, puede servir de modelo.

Sin el PRI y sin Chávez habrá más libertad religiosa en América Latina, y la libertad religiosa es el mejor indicador de cómo se tratan el resto de libertades. La América de habla hispana ha crecido en 2011 al 4,3 por ciento y lo hará el 3,7 por ciento en 2012. Son excelentes referencias pero es sólo el principio para recuperar el tiempo perdido. Y no habrá un buen desarrollo si la vida democrática no se profundiza. 

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